Capítulo 152

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En Kampala, Oscar sonreía mientras marcaba un número de teléfono. Ya era hora de que las cosas cambiasen un poco y de que su padre le reconociera su valía. En cuanto escuchó la voz de su progenitor lo saludó con efusión.

- Buenos días papá.

- ¿Qué ocurre? ¿por qué llamas a estas horas?

- Porque tengo una noticia que no puede esperar.

- ¡Son las cinco de la mañana!

- Aquí no.

- ¡Eso ya lo sé! – escuchó la exasperación de su tono y se apresuró a frenarlo.

- No te alteres y escúchame. Se acabaron tus problemas con esa metomentodo. Le vamos a dar un golpe que la hunda definitivamente.

- ¿Has convencido a la enfermera?

- Hace tiempo que lo hice, pero me he tomado la libertad de ser un poco más creativo.

- Qué es lo que se te ha ocurrido, que te temo. Te dejamos muy claro que solo había que ofrecerle dinero por su declaración en el juicio.

- Y lo he hecho.

- ¿No habrás cometido la imprudencia de hacerlo personalmente?

- Claro que no. No soy tan imbécil.

- A veces lo pareces. Meterla en aquella cárcel fue innecesario e imprudente. Cuando vas a aprender que mientras menos favores debas en la vida... ¡mejor!

- Antes de que sigas. Tengo que comunicarte que aceptó el trato.

- Bien.

- ¿Solo bien?

- ¿Qué más quieres?

- Esperaba una felicitación.

- ¿Algo más?

- Sí, quería decirte que me he tomado la libertad de modificar un poco el plan inicial y...

- ¡No quiero saber nada de tus líos! Haz lo que te digo y como te digo y no tendremos problemas. ¿Has sido discreto?

- Discretísimo.

- Pues cíñete a mis órdenes y déjate de creatividad. ¿Me has oído? – casi le gritó.

- Sí, papá.

- Bien. Eso espero, por tu bien. Y ahora que vas a seguir ahí puedes sernos de mucha ayuda, pero a ver si eres capaz de hacer las cosas como dios manda.

- ¿Has conseguido que siga en mi puesto?

- Mi buen dinero me ha costado. Esa Lacunza tiene a Luís en el bolsillo. He conseguido que te de una nueva oportunidad. Pero me ha asegurado que por muchas donaciones que haga si vuelves a equivocarte, estás en la calle.

- Yo no me equivoco.

- Deja a la tal Sara en paz.

- Eso he estado haciendo, además... ahora tengo otras ocupaciones.

- Déjate de ocupaciones y céntrate en lo que debes centrarte. Necesitaremos un nuevo cargamento dentro de poco. Pon a tus hombres de confianza en marcha.

- Eso está hecho papá.

- Bien. Y a ver si llamas a tu madre un día de estos.

- Lo haré, papá.

La ClínicaWhere stories live. Discover now