Capítulo 91

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Natalia se sorprendió de ver a Isabel entrar en el despacho, por eso colgó con rapidez. A primera hora la detective la había llamado para comunicarle que tenía una reunión imprevista en la central y que le sería imposible verla cuando habían quedado. Por eso, tras intentar enfrascarse en el trabajo revisando documentos y más documentos que le había entregado Cruz, a los que no encontraba ni pies ni cabeza porque la cardióloga, que tenía quirófano, apenas había tenido tiempo de explicarle nada., y tras discutir con Teresa que insistía en que llamase a su madre, decidió llamar a Alba, necesitaba escuchar su voz, aunque la llamada no había resultado como ella esperaba.

La detective entró con decisión y se sentó frente a ella con seriedad.

- ¿Puedes atenderme ahora? siento el retraso.

- Sí, claro - apartó a un lado los papeles.

- Antes de nada... ¿cómo estás?

- Bien. Aquí liada con el papeleo, ¡nunca me había fijado la cantidad de papeles que se generan en apenas un mes!

- Bueno... poco a poco.

- Sí – sonrió – parece que os habéis puesto todos de acuerdo para decirme lo mismo.

- Lo que yo tengo que decirte... no creo que te lo digan los demás... pero en lo otro debes hacer caso y tomarte las cosas con calma que anoche nos diste un buen susto.

- Ya... - se echó hacia atrás en el sillón observándola – sin rodeos, por favor, ¿qué ocurre? ¡porque vaya cara traes!

- ¿Al grano?

- Sí, te lo agradecería.

- Hay novedades importantes en tu caso y... en lo que atañe a tu seguridad.

- ¿Buenas o malas?

- En cuanto a tu seguridad...malas.

- Bueno – suspiró – entonces ¿has detenido a quienes me atacaron? - preguntó creyendo que, en ese caso, tenían que ser buenas las que se referían a su asalto.

- He detenido a una persona que ha confesado haberte atacado.

- ¿Quién es? – sus ojos se abrieron interesada y al mismo tiempo temió la respuesta. La cara de Isabel se había ensombrecido y mucho se temía que el nombre que debía darle no la iba a dejar indiferente.

- Salvador, el chico que contrataste para el mantenimiento ...

- Recuerdo quien es – la cortó frunciendo el ceño pensativa y ligeramente aliviada, había tenido la sensación de que sería alguien diferente, alguien de su pasado o su presente que no se esperase – pero... yo... no...

- ¿No lo recuerdas? ¿es eso lo que vas a decirme?

- Sí, quiero decir que no, que no lo recuerdo – admitió pensando en aquellos dientes blancos, aquellos ojos fríos, aquella tez morena y aquella risa que aún distorsionada, era inconfundible – no creo que sea él, no... no puede ser él. Lleva acosándome años, ¿cómo va a ser él?

- Vamos por partes, Nat. Una cosa es tu acosador y otra, ese asalto. Puede que no tengan nada que ver, además... él dice que lo hizo.

- Pero... lo recordaría, quiero decir que lo conozco, si hubiera sido él... debería recordarlo, ¿no crees?

- No tiene por qué... aunque creo que parte de razón sí que tienes.

- Pero... si no fue él... ¿por qué se inculpa?

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