Capítulo 131

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Cruz rectificó la velocidad de paso de uno de los botes y Natalia se alteró, imaginando lo que pretendía.

- Cruz... no...

- Te he dicho que debes descansar y de eso me encargo yo.

- Espera... no... no me duermas yo... necesito... saber...

- Solo he subido un poco el calmante – le explicó mirando a Adela que le pidió con un gesto que las dejara solas - Y ahora os dejo que tengo un montón de cosas que hacer.

Cruz se dirigió a la puerta y ya en ella se volvió de nuevo.

- Llámame si me necesitas – le pidió a Adela que asintió en silencio.

Natalia observó a su amiga, la expresión de su rostro era un libro abierto para ella. No tenía buenas noticias. Sin embargo, Adela se limitó a cogerla de la mano y acariciársela con ternura, sin decir nada, calibrando cuales debían ser sus palabras. Natalia se impacientó.

- Ade... por favor... dime qué pasa, tengo... tengo derecho a saberlo...

- Sí. Tienes derecho – Adela la miraba con seriedad – pero también tienes que recuperarte.

- Pero... me habéis dicho que... estoy bien.

- Que estés mejor y controlada no es estar bien. Es muy importante que estés tranquila.

- No puedo... estar tranquila... si... - mostraba su dificultad para respirar – si no sé...

- Te entiendo, pero ¿ves? Solo al intentar hablar del tema ya te alteras. Y en estos días ya nos has dado un par de sustos.

- ¿Días? – mostró su sorpresa – pero... ¿cuánto tiempo?

- Te lo he dicho antes, pasado mañana es nochevieja, llevas aquí cinco días.

- Cinco... - repitió.

- Sí, cinco.

- Pero... no recuerdo... ¿qué me ha pasado?

- ¿Recuerdas lo que te ocurrió?

- Sí, bueno... no sé si... si todo... recuerdo a Juan... a Elton... a Alba – sonrió al pensar en ella.

- ¿Recuerdas a Sacha?

- Sí. Me... me ayudó...

- Eso parecía, pero... creemos que fue él quien intentó envenenarte. Al llegar creías recordar que te inyectaron algo. Isabel interrogó al agente que estaba contigo y con Sacha. Pero el chico aseguraba que él no había sido. Sin embargo, sabemos que te inyectaron algo que te produjo un fallo cardiaco. Pero él te reanimó. Salvo que fuera en el zulo cuando te inyectaron. Por eso Isabel necesita hablar contigo.

- No sé... no recuerdo... creo que sí... que me... que fue Sacha – frunció el ceño confusa.

- Tranquila, no te esfuerces – le pidió levantándose – espera que te voy a poner las gafas, así no te quitas la mascarilla. No te la hemos puesto antes porque te molestaba mucho la nariz.

- Me... me la rompieron...

- Sí, eso ya está solucionado y no te preocupes que está perfecta.

- Veneno... - musitó pensativa.

- Sí – se sentó de nuevo junto a ella – no hemos querido asustarte, estabas muy... delicada. En vez de mejorar, el día de Navidad te subió la fiebre a más de cuarenta, te encontrabas mal con, vómitos y diarrea.

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