Capítulo 150

462 20 33
                                    



Natalia llegó a casa agotada. Tras su charla con María José, se sentía algo más animada. No dejaba de darle vueltas a las palabras de la anciana. Tenía la habilidad de hacerla creer que podía lograr aquello que deseaba. Y lo que más deseaba en esos instantes era contarle a Alba que todo había ido bien en el juicio. No se había atrevido a llamarla antes porque en el fondo había esperado que la enfermera diera alguna muestra de interés por saber cómo iba todo. Pero ante su prolongado silencio y después de escuchar a María José había decidido arriesgarse y dar ella el primer paso. Cogió el teléfono, decidida, y buscó el número del campamento. Esperó ansiosa escuchar la voz de Grecco y unos interminables segundos después oyó al italiano. Lo saludó con rapidez, él siempre era muy afectuoso con ella, la trataba con familiaridad y cercanía y se veía obligada a corresponder, aunque no recordaba ni su cara. Tras el saludo el chico la dejó esperando, y fue en busca de la enfermera. El corazón de la pediatra latía apresurado solo al imaginar su voz. ¿Cómo la recibiría? Anhelaba que no se tomara a mal la llamada, no quería presionarla después de la despedida del aeropuerto, pero la noticia que quería darle era suficiente justificación como para que no se tomase a mal que hubiese optado por hablar con ella.

- Lacunza – la voz de Germán al otro lado la sobresaltó.

- Germán – murmuró decepcionada.

- ¡Vaya! Veo que te alegras de escucharme.

- No es eso, es que... ¿y Alba?

- En el campo de desplazados. Hoy le ha tocado la china.

- Eh... ¿mucho trabajo?

- ¡De locos! ¿Y tú cómo estás? ¡me alegro de oírte! Ya era hora que te dignaras a llamarnos que si no es por mi ex, no nos enteramos de nada.

- Lo siento. El juicio... y todo que me ha tenido... sin tiempo.

- Ya sé, ya. ¡El juicio! – exclamó socarrón – vamos Lacunza, que a mí no me la das.

- Es cierto, estoy muy liada.

- Y más animada por lo que veo.

- La verdad es que sí – disimuló su congoja, desde que comprendió que no escucharía a Alba unas enormes ganas de echarse a llorar se habían apoderado de ella – estoy muy bien y hoy mucho mejor – impostó un tono alegre – llamaba para deciros que... ¡me han absuelto!

- ¡No me digas! – exclamó haciéndose el sorprendido, a primera hora de la tarde Adela había llamado para informarles - ¡eso es una gran noticia! Estarás que no cabrás en el pellejo.

Natalia no pudo evitar lanzar una pequeña carcajada.

- Tú siempre tan expresivo.

- Qué quieres, uno ya es muy mayor para cambiar. Ya en serio Lacunza, ¡es estupendo! No sabes cuánto me alegro, y ahora qué. ¿Vas a tomarte unos días libres?

- La verdad es que no me lo había planteado, pero parece que todos os habéis puesto de acuerdo en decirme lo mismo.

- Claro mujer date una alegría para el cuerpo, que tu amiga ya me ha contado que llevas unas semanas que apenas comes y "atacá" de los nervios.

- En eso mismo estaba pensando yo.

- ¿Y por qué no te vas unos días por ahí?

- Lo mismo me tomo unos días y me voy para allá con el próximo vuelo que organicemos en la clínica.

La ClínicaWhere stories live. Discover now