Capítulo 30

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Una vez solas, Alba mullió y colocó la almohada de Natalia, que la observaba en silencio.

- Alba... ¿Laura ha llegado bien? – preguntó cayendo por primera vez en que no sabía nada de ella.

- Sí, antes estuvimos charlando un rato. Han tenido un viaje tranquilo, pero han tardado en llegar.

- Menos mal – suspiró cansada – parece mentira que esta madrugada estuviésemos en Madrid ¿verdad?

- Sí – esbozó una sonrisa de comprensión, sabía a qué se refería – mañana deberías hablar con la clínica. Están preocupadas por ti. Sobre todo Cruz y... Vero – mintió, Germán le había dicho que eran Adela y Cruz las que se quedarían toda la noche esperando noticias de Natalia, pero ella necesitaba saber por qué Natalia solo pensaba en llamar a Vero desde que llegaron.

- Vale – aceptó cansada y Alba la miró extrañada de que no le preguntase nada al respecto – mañana llamaré.

- Nat... - empezó sin saber cómo decirle aquello.

- ¿Qué?

- Si... si te ha hecho reacción la vacuna o si... te pones peor, no podremos seguir con el plan previsto.

- Lo sé – dijo, consciente de lo que implicaba – pero... vosotras sí podéis. Si... se diese el caso, os iréis sin mí.

- ¡No! – exclamó con fuerza – ya he hablado con Laura y está de acuerdo conmigo.

- ¿Se lo has contado ya? – preguntó disimulando un gesto de dolor, de nuevo volvía a molestarle el estómago – aún así haréis lo que yo os diga, ¿entendido? No podemos cambiar todos los planes por una tontería – suspiró y torció la boca ante el dolor que volvía a sentir – y no me pongas esa cara, sigo siendo la directora del proyecto y se ejecutará según lo previsto.

- Que sí – dijo arrastrando el sí.

- No me des la razón como a los tontos – protestó enfadada inclinándose por el dolor del costado – haréis lo que estaba panificado, hay mucho en juego, ¿me oyes?

- Sí, te oigo, pero ya hablaremos de esto mañana – respondió con autoridad viendo su cara – ahora debes descansar. ¿Te duele mucho?

- Un poco – reconoció - ¿Qué era eso que me diste antes?

- ¿La infusión? – preguntó sabiendo perfectamente a qué se refería - ¿o el café? – le preguntó burlona.

- ¿Qué café? – preguntó a su vez desconcertada.

- Que sepas que nunca me salió mal el café – le dijo riendo, ante la perplejidad de Natalia que no tenía ni idea de que hablaba – siempre te gustó mi café.

- Sí, me gustaba, pero... no te entiendo – respondió - ¿por qué me hablas ahora de tu café?

- Me acordé de pronto – se justificó.

- Ya... - suspiró de nuevo, se sentía agotada, miró a Alba y esbozó una sonrisa, sí que estaba bueno el café que le hacía por las mañanas, suspiró recordando lo diferente que podría haber sido todo – ¿sabes! la que nunca le cogió el punto era Ana – le comentó pensando en las veces que añoró el café de Alba.

- Lo sé – se le escapó distraída cayendo en la cuenta de que Natalia había usado el pasado para hablar de Ana, ¿por qué lo habría hecho! ¿quizás porque ya nunca le hacía café?

- ¿Lo sabes? ¡cómo vas a saberlo!

- Me lo has dicho antes – respondió.

- ¿Yo? – preguntó incrédula, ¿qué pretendía Alba! ¿aprovecharse de que estaba de bajón para sacarle información de su vida con Ana? – yo no te he dicho nada de eso.

La ClínicaWhere stories live. Discover now