Capítulo 114

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María había escuchado las voces mientras avanzaba por el pasillo. No daba crédito que se pudiese consentir en una Clínica como aquella ciertos comportamientos, pero cuando había comprobado que el origen de esas voces estaba en su propia hija, más bien en su acompañante, su desagrado se acrecentó.

- ¿No respondes, Natalia?

Rafi también miró a aquella mujer, altiva y segura de sí misma que se aproximaba a donde ella se encontraba, ahora con pasos firmes y lentos, demostrando su señorío. Sabía quién era. Había odio hablar de ella en muchas ocasiones, sobre todo, en aquellos meses que su hija salía con Natalia. Se parecía a ella, sí ahora sabia de dónde había sacado ese aire de suficiencia y ese gesto de superioridad que la hacía estar prevenida.

Adela se adelantó a su encuentro intentando echarle un cable a Natalia, que miraba a su madre sin responder, ¿podía ir algo peor ese día?

- ¡María! ¡qué alegría verla por aquí! – Adela la besó efusivamente y sonrió entre dientes al ver que no era correspondida, le susurró al oído – haces muy bien en apoyar a tu hija.

María se separó bruscamente, Adela era inteligente y lista, pero si se creía que iba a manipularla a ella estaba muy equivocada. Natalia miró temerosa a su madre, conocía a la perfección esa expresión adusta, y se temió lo peor. Lo que le faltaba era tener que presentarle a la madre de Alba. Jamás hubiera imaginado así el encuentro entre ambas y echó de menos a la enfermera con toda su alma, solo pensar en ella le hacía sentir una angustia intensa.

- Nat... ¿se sabe algo de Alba?

- Eh... no, Teresa, seguimos esperando – su voz sonó insegura y la mirada furtiva que le lanzó a Rafi terminó por convencer a María de que tenía que poner cuanto antes las cosas en su sitio.

- Natalia, ¿podemos hablar un momento?

- Mamá... ¿qué haces aquí? – preguntó con desgana y mirada hosca demostrando lo mucho que le molestaba su presencia.

- A mí no me hables en ese tono, hija.

Rafi observó la escena y se aseguró de que Natalia era una impresentable, ¡qué razón tenía aquella mujer! cómo podía hablarle en aquel tono a su propia madre, como se decía en su pueblo "mira como trata a su madre que así te tratará a ti", claro que la culpa seguro que la tenía ella por haberla malcriado, seguro que había crecido rodeada de caprichos y lujos, y ahora quería que tuviese la educación que no le había dado.

- Perdona, mamá, pero... no tengo tiempo para...

- Habíamos quedado para comer – la interrumpió- pero ya veo que cualquier cosa te interesa más que... comer con tu madre - miró a Rafi de reojo y calló.

Rafi cambió inmediatamente de opinión, ese "cualquier cosa" y esa mirada destinada a ella eran perfectamente entendibles. ¡Ni su hija ni ella eran cualquier cosa!

¡Qué equivocada estaba Alba! en esa familia jamás la aceptarían, siempre la mirarían con desprecio como acababa de hacer esa mujer, siempre la tratarían como a una inferior, como ya hiciera en el pasado Natalia. No tenía que haberse ablandado con la pediatra, estaba claro que su hija solo iba a sufrir, si es que conseguía recuperarse, la idea la hizo llevarse el pañuelo a los ojos y alejarse un par de pasos, aunque escuchaba perfectamente la conversación.

- No es eso, quiero comer contigo, pero hoy no. Lo siento, olvidé avisarte porque...

- No me importan los motivos, siempre buscas una buena excusa... para olvidarte de tu madre – se mostró compungida.

La ClínicaWhere stories live. Discover now