Capítulo 94

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Alba sonrió al ver sus dudas. Apartó las sábanas que la cubrían y salió de la cama completamente desnuda, acercándose a la pediatra. Sin mediar palabra se sentó con decisión en sus rodillas, la tomó con fiereza de la nuca y la besó con pasión. Natalia ahogó un gemido, Alba hacía mucho que no la besaba con tanta vehemencia, esa era la única respuesta que necesitaba de ella. Las dos se enzarzaron en una lucha de caricias y besos que las ahogaba. Natalia bajó los brazos de la silla con apremio y Alba cambió de postura sentándose a horcajadas sobre ella. Una mirada llena de penetración, sus labios entreabiertos invitándose mutuamente de nuevo a besarse y una pasión que tenía a ambas al borde del delirio. Alba propulsó la silla con sus talones hasta un extremo del dormitorio provocado un fuerte choque con la pared que pasó inadvertido para las dos, arrastradas ya por la fuerza de la pasión contenida que comenzaba a desatarse sin control. Maca intentó ahogar un ¡uff? pero la fuerza del choque fue brutal.

- Alba...

- Chist... estoy bien.

Natalia se dejó arrastrar por sus besos y caricias, por su fuerza y su ímpetu, aunque intuía que todo aquello podía encubrir una rabia contenida. Su mente estaba empeñada en luchas con su cuerpo, convencida de que podían estar cometiendo un error. Sin embargo, fue incapaz de seguir pensado, se inclinó hacia delante y apoyó su frente en el hombro de la enfermera, mientras ésta metía las manos bajo su camiseta, desabrochándole el sujetador. Natalia volvió la cara hacia Alba, cerca de su oreja y con sus labios aprisionó su lóbulo.

- Te quiero – le susurró al oído y Alba pudo sentir su aliento cosquilleándole en la piel.

- Y yo a ti... – murmuró arrancándole la camiseta con rapidez.

Ambas permanecieron un instante frente a frente, mirándose, con las yemas de sus dedos recorriendo con suavidad la piel de la otra. Natalia se acercó aún más y apoyó su frente en la de Alba, que comprendió que aún dudaba.

- Tranquila estoy bien – le dijo comprendiendo el motivo de su reticencia.

Natalia la besó con dulzura, suspirando aliviada de que fuera así.

- Tenía miedo de que solo intentases... olvidar.

Alba la tomó de la mano y besó su palma sin quitar los ojos de los de la pediatra.

- No – sonrió - solo necesito sentirte... – confesó quedamente.

Natalia aceptó su explicación y volvió a besarla, las manos de Alba ya recorrían su espalda y sus costados, y ella ya no tenía fuerzas para oponerse más a lo que ella también anhelaba. Posiblemente era una locura y ella, después de tantas sesiones con Vero, posiblemente era quien más consciente de ello era. Pero no podía evitarlo. No podía refrenar el deseo, ni escondérselo a Alba. Elevó los brazos y dejó que Alba la ayudara a sentarse en la cama. La arrastró hacia sí por los hombros y la abrazó.

- Alba... - susurró con un leve jadeo fruto de la excitación que la hacía sentir.

La enfermera respondió rodeándola por la cintura y hundiendo la cara en su hombro, besándola con calma, como a Natalia le gustaba, pequeños y húmedos besos que la excitaban sobremanera. Alba permanecía en pie, entre sus piernas, inclinada sobre ella, que sentada en la cama, deslizaba las manos por su espalda, arriba y abajo, en unas breves y suaves caricias. Natalia estaba siendo especialmente cuidadosa en todos sus roces, huyendo de cualquier violencia que pudiera hacerle recordar el día de su agresión. Alba notó la diferencia de sus caricias y besos al instante y se detuvo, tomando la cara de la pediatra con ambas manos y levantándole la barbilla hacia ella.

La ClínicaWhere stories live. Discover now