Capítulo 22

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Cientos de metros más adelante, en mitad del camino, ante la orden de aquel recién llegado, Elton se detuvo y detuvo también a Salva. El hombre que permanecía oculto al borde del camino se hizo visible y se acercó a ellos. Elton bajó del capó, cogió del pelo a Natalia y le levantó la cara para que viese al recién llegado. La pediatra lo reconoció al instante, ¡era el chico que la atacó en la calle! Sin cubrirse en absoluto, manifestando que no tenía ningún problema en que le viese la cara, se acercó a ella con una sonrisa que helaba la sangre. Natalia sentía un fuerte dolor en el cuello e intentó apaciguarlo apoyándose sobre sus manos, pero Elton le dio un golpe volviendo a separarle los brazos.

- Buenos días doctora – sonrió el recién llegado – ¿no me dice nada? – preguntó ante el silencio de la pediatra.

- Habla, puta – Elton le tiró más fuerte del pelo.

- ¿Qué... quieres que diga? – preguntó Natalia casi sin respiración.

- ¿Qué quiero? – rio - ¿qué quiero! ¿qué tal una disculpa?

Natalia lo miró sin comprender. Le sonaba su cara como el primer día, pero no sabía quién era, no era capaz de reconocerlo. "¿Disculparse! ¿de qué debería disculparse?"

- Disculpa... - dijo en un susurro sin saber ni siquiera porqué lo hacía.

- ¿Eso es una disculpa! ¡qué poca memoria tenemos doctora!

Elton tiró aún más del pelo y sonrió al ver su gesto de dolor, pero no consiguió que de ella saliera el más mínimo quejido, eso exasperaba al gitano que deseaba verla suplicar y arrastrarse ante él. Pero tenía claro que cumplía órdenes y hasta que él no le diera permiso no podía hacer lo que estaba deseando.

- ¿Crees que hoy es el día? – le preguntó con voz baja y ronca, acariciándole la mano con la yema de los dedos mirándola fijamente a los ojos. Natalia no respondió y se ganó un nuevo puntapié, esta vez de Salva que había subido de nuevo al capó, pero la pediatra ni se inmutó.

- Imbécil, no le des en las piernas – gruñó Elton. Salva se corrigió y la golpeó en el costado, esta vez sí escapó un quejido de sus labios.

- Responde – impelió Elton volviendo a levantarla aún más fuerte del pelo, ante la satisfacción de aquel hombre al ver el dolor y el pánico en los ojos de Natalia.

- Sí, respóndeme – acercó su rostro al de la pediatra.

- Si - dijo Natalia.

- ¿Si qué? – saltó Salva golpeándola de nuevo sin que nadie le diese permiso, empezando a cogerle el gustillo a la situación. Esta vez el dolor fue tan agudo que cerró los ojos y notó cómo se le saltaban las lágrimas. - ¡quieto potrillo! – ordenó Elías al ver la cara de desagrado de aquel hombre – baja de ahí – y tú contesta de una puta vez – gritó golpeando su cabeza contra el capó y volviendo a levantársela del pelo.

- Sí, creo que lo es – murmuró aturdida y asustada al ver que aquel hombre sacaba una navaja y la abría acercándosela a la cara, le zumbaban los oídos por el golpe que acababa de recibir, "¿Dónde está Isabel?", pensó desesperada, ¡hacía tanto que la había llamado! no iba a llegar a tiempo. ¿Escuchaba el motor de su moto o eran sus malditos oídos que no dejaban de zumbar?

- Tch, tch, tch – negó con la cabeza al tiempo que chascaba la lengua contra los dientes en señal de negación – como siempre, se equivoca doctora – respondió arañando levemente su antebrazo con el filo de la navaja y sonriendo al ver brotar la sangre - no lo es, hoy no, antes habrá un día en que nos divertiremos... tú y yo – hizo una pausa y se acercó tanto a ella que podía sentir su aliento - Nos vemos, doctora – terminó dándose la vuelta y perdiéndose por el mismo lugar por el que había aparecido.

La ClínicaWhere stories live. Discover now