Capítulo 163 - FINAL

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Finalmente, Alba abandonó su lugar, subió con cuidado y se recostó en su hombro. Natalia permanecía con los ojos cerrados, exhausta. La respiración agitada, el corazón desbocado, las mejillas arreboladas y todo su cuerpo temblando. La enfermera sonrió, tiró de la sábana y cubrió sus cuerpos con ella. Manteniéndose así, acurrucada en ella, embriagándose con su aroma, con el recuerdo de lo vivido, con el calor de su cuerpo. Poco a poco, Natalia volvía a la calma, su cuerpo se tranquilizaba y su alma se llenaba de una paz inmensa.

- Cariño...

Alba susurró la palabra, segura de que se había quedado dormida, deseando que así fuera y descansara, porque por nada del mundo querría que el derroche del amor que se profesaban pudiera perjudicarla en algo.

- Ummmm.

Aún era incapaz de mover un solo músculo, aún era incapaz de articular palabra y de descender a esa cama. Seguía allí, en las alturas, donde Alba la había elevado, y la había abandonado a su suerte. Una suerte que se le antojaba inmensa, una suerte que ni en el mejor de los sueños creyó poder alcanzar.

- Nada... duérmete...

- No – murmuró con un hilo de voz. Le costaba transformas en pensamientos lo que sentía, y mucho más en palabras lo que pensaba. No tenía fuerzas para descender. Quería continuar allí, en aquella nube – no quiero dormir – logró abrir los ojos y encontrase con los de ella, que la miraba embelesada, llena de amor.

- Estás preciosa, Nat. ¡Preciosa!

Una sonrisa fue su respuesta, y un suspiro que salió de sus profundidades. De nuevo con los ojos cerrados, fue regresando a la realidad de la habitación. Fue notando el peso de la enfermera sobre su hombro, el roce de sus labios que con suavidad, acariciaban los suyos a cada instante. Hasta que fue capaz de corresponderle y abrirle su corazón.

- No te merezco – murmuró la pediatra sin abrir los ojos – no merezco este regalo. Jamás podré devolverte lo que me has dado.

Alba respondió con un tierno beso. Un beso que a Natalia le sabía a ella misma, un beso que le recordaba hasta donde había sido capaz de elevarla.

- Mi regalo eres tú, Nat. Ya te lo he dicho.

No recordaba que fuera así. No recordaba haberla escuchado decir eso, pero el oírlo, el sentirlo, la convertía en la mujer más feliz sobre la faz de la tierra. Asió su rostro con ambas manos y la miró fijamente a los ojos.

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⏰ Last updated: Oct 02, 2023 ⏰

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