Capítulo 145

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Alba se levantó temprano, aún no había amanecido, cuando ya tenía la maleta lista. Estaba dispuesta a seguir el consejo de su amigo. Germán siempre había querido su bien y estaba convencida de que todo lo que le decía era pensando en su felicidad. Estaba tentada a ir a la radio y llamar a Natalia aunque la despertase en plena madrugada, pero se arrepintió en el último momento. Era mejor hablar cara a cara, aunque cada vez que pensaba en enfrentarse a ella, en tenerla delante y hablarle de Raúl, le temblaban las piernas. Descartó guardarse para sí lo sucedido. Si quería comenzar con ella una nueva vida estaba dispuesta a que fuera cimentada en la sinceridad y el respeto. Salió de la cabaña arrastrando su maleta. El corazón se le encogió pensando en que quizás nunca volvería a pisar ese campamento, nunca volvería a África. Su mente voló al día en que le habló a Natalia del mal de África, ¡cuánto había deseado que Natalia enfermase de ese mal! Porque ella lo estaba y cada vez que pensaba en no regresar se rompía algo en su interior.

- ¿Estás lista?

- Sí.

- ¿Quieres un café o...?

- ¡No! – lo interrumpió – salgamos cuanto antes.

- ¿Ya te han entrado las prisas?

- Es que si me lo pienso mucho...

- Niña... si no estás segura... yo si te he dicho de hacer esto es porque te veo reconcomerte día a día, te veo triste y pensativa, veo que hay veces que no prestas atención al trabajo... pero si tú no quieres ir a Madrid...

- Quiero ir, quiero ver a Nat y quiero tener claro lo que voy a hacer con mi vida y con ella. Si vuelvo, será para siempre y si no lo hago... también.

- ¡Siempre tan vehemente! Las cosas por experiencia te digo que no son blancas o negras.

- Y yo te digo que con Nat las cosas no funcionan así.

- Lo principal es que no te pongas nerviosa, que le hables con el corazón en la mano.

- Ya lo sé – respondió impaciente.

- Lo mismo pasan varios días hasta que haya un vuelo. Es mejor que te quedes en Kampala y...

- ¡No! si no hay un vuelo en un par de días me vuelvo y sigo trabajando.

- Pero niña...

- Así no pierdo días libres y puedo aprovecharlos en Madrid.

- Si es por eso... tienes razón.

- ¿Por qué otra cosa iba a ser?

- Porque dudas si quedarte o marcharte.

- Claro que dudo. ¡Esta ha sido mi vida los últimos años y... quisiera que siguiera siéndolo!

- Tienes que decírselo a Nat. Serle sincera.

- Esta vez lo seré. No le diré que soy capaz de estar a su lado y en el fondo desear estar aquí. No voy a prometerle nada. Solo voy a decirle que la amo y que... ¿crees que me entenderá?

- Nat no está en su mejor momento. Piensa que hay cosas que tu recuerdas, que para ella nunca han pasado. Piensa que... necesita tiempo y tu ayuda, para recuperar esos recuerdos.

- Lo sé. ¿Crees que seré capaz de ayudarla?

Germán asintió y abrió la puerta del jeep.

- Ahora mismo eres lo que más necesita.

- Pues vamos y no perdamos más tiempo. ¡me muero de ganas de verla!

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