Capítulo 25

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Elton estaba desesperado, llevaba todo el día intentando localizar a Sonia y no lo había conseguido. Había estado en el campamento asegurándose de que sus planes estaban saliendo como él esperaba. Había llamado a la clínica preguntando por la joven y aquella imbécil de recepcionista no había sido capaz de decirle nada. En el campamento tampoco había estado y él la necesitaba para que todo saliese como esperaba. Necesitaba saber cómo seguía aquella puta y necesitaba saber todo acerca de la seguridad que la rodeaba. Las noticias de la prensa eran estupendas, en eso aquél tipo no fallaba. Estaba claro que tenía buenos contactos.

Lo intentó por última vez. Nada. Seguía con el móvil apagado. Barajó la posibilidad de ir a la Clínica, pero no estaba seguro de que fuera buena idea. Necesitaba estar con ella cuando encontrasen a su hermano y empezaba a estar impaciente. Necesitaba tener una buena coartada y hablar con ella antes de que nadie le contase nada por otro lado. Sabía muy bien cómo convencerla de que las cosas eran como él se las decía.

Paseaba por el salón arriba y abajo, era la primera vez que Sonia se le escapaba de las manos, ¿por qué coño no había aparecido en todo el día? El le dijo que la acompañaría a la Clínica, le dijo que quería estar con ella.... Sintió que el color rojo se adueñaba de aquella habitación, miró al sofá y la vio allí sentada agonizando, ¡sí! cuando eso fuera realidad sería feliz, habría cumplido su deseo, pero antes... antes tenía que encontrarla, ¿dónde estaba?

Cogió las llaves de su moto y bajó los escalones de tres en tres, no soportaba el ascensor, le daba claustrofobia. Salió a la calle y la volvió a ver, riéndose de él. Eres mío, parecía decirle, te tengo en mis manos. "Nunca, puta" masculló entre dientes, provocando que un vecino lo mirase con recelo, "el que te tiene soy yo y harás lo que yo te diga". Saltó a la moto alterado, tenía que ir a aquella clínica, seguro que estaba allí.

Sonrió recordando los quejidos de Natalia, su dolor y su agonía. Había obedecido, pero cada vez el deseo de romper con aquel trato y quedarse a la pediatra para él era más fuerte. Si no lo había hecho ya era por la pasta. Aunque si ese deseo seguía creciendo tendría que saciarlo de alguna manera. "No la dejaré ir, por más que me suplique", se dijo. Sin darse cuenta, había llegado a la Clínica. Y aquel deseo de ver sus ojos llenos de pánico, de escuchar sus lamentos y de oler su miedo era ya incontrolable. Ni todo el dinero del mundo compensaba aquella sensación de poseer la vida de una puta como aquella.

Mientras, en la Clínica, Sonia y Adela entraban en la habitación de Natalia, Cruz les sonrió y les dijo que se acercaran a la cama.

- No, Cruz, ven un momento – le dijo Adela con cara de preocupación.

- ¿Qué ocurre? – susurró e intentando adivinar se adelantó - María de nuevo! convéncela como sea porque Nat no está para hacer ningún viaje.

- No es eso. Se trata de la prensa – habló tan bajo que Cruz casi ni la oyó – salgamos fuera – le pidió – no quiero que me oiga.

- Tranquila que no te oye – le dijo – pero sí vamos fuera. ¡Claudia! – la llamó – estoy en la puerta – la neuróloga asintió y continuó con su exploración.

Sonia la observaba en silencio y sobrecogida, a pesar de saber ya lo que se iba a encontrar, después de la visita anterior y a pesar de lo que le habían contado antes de entrar, seguía sin soportar ver a Natalia así.

- Me tengo que ir al campamento – dijo de pronto Sonia tras permanecer unos minutos allí con la vista fija en la cama – mañana vendré a primera hora.

- Espera, ven – le dijo Claudia – vamos a ver si te reconoce.

- ¿Cómo que si me conoce! pero... yo creía que ya... ¿no estaba bien! quiero decir que....

La ClínicaWhere stories live. Discover now