Capítulo 33

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Tras la cena, Alba permaneció unos minutos sentada a la mesa con Germán y Sara. Habían sido solo cinco días, pero tenía la sensación de no haberse ido nunca y de que al día siguiente tendría que separarse de ellos por primera vez. Sara la acompañaría en el viaje hasta Nairobi, donde se encontraría con Laura, por eso la joven tras apurar su café, se levantó.

- Alba, yo me voy ya a la cama. ¿Te vienes?

- No, Alba se queda conmigo un momento – intervino Germán - vamos a tomar otro café ¿verdad?

- Si – confirmó la enfermera - ¿te apetece otro, Sara?

- No, yo estoy muerta, prefiero acostarme ya, que mañana nos espera un día completito – les dijo con una sonrisa – tú también deberías descansar, Alba.

- Sí, voy en un momento.

- Bueno... pues... buenas noches.

- Buenas noches – respondieron al unísono.

Alba permaneció en silencio hasta que Sara salió del comedor, Germán hizo lo mismo, a la enfermera le parecía pensativo e incluso preocupado y no alcanzaba a comprender el porqué.

- ¿Quieres que tomemos el café en el porche de tu cabaña? – le preguntó el médico seguro de que sería así.

- Sí, me gustaría pasar a ver a Nat – le sonrió, Germán la conocía perfectamente y había adivinado sus deseos - no estoy tranquila sabiendo que va a estar toda la noche sola.

- No va a estar sola - respondió el médico - pensaba quedarme con ella.

Alba lo miró agradecida, por mucho que Germán se pasase el día pinchándole a Natalia y riéndose de ella, en el fondo demostraba estar más preocupado de lo que aparentaba. Ambos llenaron sus tazas y salieron del comedor camino de la cabaña. Entraron en ella y comprobaron que la pediatra estaba dormida, seguía sin fiebre y parecía tranquila. Se había quedado dormida recostada en las almohadas y el sueño la había hecho inclinar la cabeza hacia un lado, Germán la sujetó con suavidad y le retiró una de las almohadas, dejándola tumbada. La pediatra se removió un poco pero no despertó.

- Esta Lacunza, mañana tendrá un dolor de cuello que le hará olvidar el de cabeza – intentó susurrar saliendo de la cabaña.

- Deberías sacar más esta cara con ella y no estar todo el día picándola.

- De eso nada, ¿con Lacunza! ¿qué quieres, qué luego mi ex no pare de cachondearse de mí? – le preguntó retóricamente - ¡con Lacunza mano dura! que forma filas con el enemigo - bromeó.

Alba negó con la cabeza poniendo una expresión burlona, ¡este Germán no tenía remedio!

- Estoy segura de que Nat fue una idiota al perderte como amigo – le dijo sentándose a su lado en el escalón - se equivocó al escoger Adela.

- No te confundas, será mi ex, pero Adela quiere a Nat de verdad y me consta que es capaz de cualquier cosa por ella.

- Seguro... - dijo pensativa y con cierto retintín.

- ¿Sabes que desde que está aquí me ha llamado todos los días?

- ¿En serio?

- Sí, todos los días sin falta, mañana y tarde, tengo que darle el parte de cómo sigue su amiga – sonrió - por cierto, que me ha dicho hoy, que te alegrará saber que una tal Mara ha vuelto.

- ¡Joder! eso sí que es una buena noticia! – exclamó la enfermera alegre y aliviada, había estado tan preocupada por Natalia que se había olvidado completamente de la niña - ¿cómo no me lo has dicho antes?

La ClínicaWhere stories live. Discover now