Capítulo 134

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En Madrid Adela y Cruz estaban terminando de instalar a Natalia en su habitación. Vero las observaba con atención.

- Gracias a las dos. No es necesario que os quedéis ya me encargo yo de ella – les dijo Vero.

- Me gustaría llevármela a la clínica, quiero hacerle más pruebas. Estoy segura de que hay algo que no somos capaces de ver.

- Cruz, Nat ahora mismo es más paciente mía que tuya, yo sé lo que necesita y es descansar.

Adela vio la hosca mirada con que Cruz premió a Vero y no pudo estar más de acuerdo con la cardióloga ella tampoco se fiaba de la psiquiatra. La penetrante y suplicante mirada de Natalia permanecía grabada en su retina. Estaba a punto de intervenir en la conversación cuando su móvil comenzó a sonar. Lo miró e ignoró la llamada. Sus acompañantes guardaron silencio esperando a que respondiera. Cruz la mira por primera vez con mala cara y Adela con desconfianza.

- Mi ex – se justificó con un gesto de hastío, no quería hablar con él delante de ellas y no quería dejar a Nat sola.

- Cógelo mujer, Alba puede estar allí.

- Puede ser algo importante – ratificó Cruz.

Adela suspiró y las miró indecisa, pero terminó por hacerles caso.

- ¿Si? – respondió sin darles la espalda - ¡hola, Germán! ¿qué ocurre?

Las otras aguardaron observándola. Pudieron ver como Adela demudaba su rostro, de la irónica sonrisa inicial pasó a la seriedad, a la preocupación, y a cierto temor diría Cruz. Apenas pronunció palabra alguna, salvo un "entiendo", "no", "no puedo", "yo me encargo".

- Gracias Germán, sí, sí claro, os mantendré informados – colgó y se quedó mirando el móvil.

- ¿Algún problema? – preguntó Vero interesada.

Adela la ignoró por completo y marcó una llamada.

- Adela ¿está Alba en Jinja? – preguntó Cruz mientras Adela aguardaba a que respondieran al otro lado.

- Sí. Allí está.

- Te ha dicho tu ex si...

- ¿María? soy Adela – la escucharon decir perplejas – sí, sí ya sé que es algo tarde, pero es muy importante. Tiene que venir a Madrid, Nat la necesita. No, no puede esperar. No, pasado mañana, no, ¡esta noche! Sí, sí, tenemos que hablar, claro que muy seriamente. Buenas noches, María.

María colgó el teléfono desconcertada. Había aceptado a regañadientes acudir a Madrid y aún se preguntaba el porqué. Aunque en el fondo lo sabía. Hacía días que temía por su hija, cada vez que hablaba con ella por teléfono la encontraba ausente, no era capaz de hilvanar una conversación coherente y a eso se sumaban los remordimientos por no haber hecho bien las cosas. Estaba convencida de que lo mejor para su hija era separase de Alba, pero ahora que sabía que la enfermera había desaparecido no estaba tan segura de que fuese lo mejor. Por no hablar de lo mucho que desconfiaba de Mikel. Tenía claro que le ocultaba algo y que ese algo tenía que ver con Natalia. Las explicaciones de su marido ante las preguntas que le hacía eran vagas e inconexas. Algo le preocupaba y ella no alcanzaba a comprender el qué. Respiró hondo y se decidió. Era el momento de que ella tomara las riendas del asunto, fuera cual fuese el mismo. No iba a permitir ni una larga más. Salió en busca de Mikel con una sola idea que le aclarase de una vez lo que sucedía y que la acompañase a Madrid.

En cuanto Vero vio que Adela terminaba su conversación con María la encaró de malos modos.

- ¿Se puede saber qué haces? ¿por qué llamas a su madre?

La ClínicaWhere stories live. Discover now