Capítulo 16

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Fernando conducía despacio, habían salido tarde de la Clínica porque Laura y Alba, que habían pasado la noche juntas en casa de Rafi, llegaron con retraso debido a un atasco. El silencio reinaba en el vehículo desde que emprendieran la marcha. Alba no dejaba de darle vueltas a la cabeza, recordando la conversación del día anterior con Natalia, había sido imbécil al decirle que no podía cenar con ella, y todo porque se enfadó al saber que se quedaba con Adela. Había intentado ver si Natalia estaba en la Clínica, pero Fernando les había metido tanta prisa que ni siquiera se había fijado si su coche estaba en el parking. No habían podido ni cambiarse.

- La fiesta debió ser de campeonato – rompió Fernando el silencio - ¡vaya caras y vaya ánimo! – bromeó.

- No estuvo mal – sonrió Mónica – demasiado pija para mi gusto.

- ¿Qué esperabais? – rio - ¿Nat fue al final? – preguntó interesado.

- Sí – afirmó Mónica.

- Y ¿qué tal? Porque tenía un buen golpe.

- ¿Un golpe? Yo no le noté nada – dijo Mónica – bueno llevaba la silla eléctrica, eso sí. Pero... por lo que yo sé, fue de las últimas en irse – comentó.

- Durmió allí – aclaró Laura.

- Y ¿qué hiciste tú? – le preguntó Mónica curiosa.

- Me quedé con Alba – respondió mirando a la enfermera que parecía ajena a la conversación mirando por la ventanilla con aire ausente – era tan tarde que no quise molestar a Evelyn.

- Pues espero que Nat la avisase, porque esa es capaz de haber estado toda la noche en vela esperando que llegaseis – se burló Mónica.

- ¡No me digas eso! – exclamó Laura preocupada.

- Pero... ¿qué pasa aquí? – dijo Fernando llegando hasta el portón comprobando que estaba abierto de par en par.

- Parece que descargan algo – observó Mónica al entrar en el campamento - ¡joder! ¡qué pasada de moto!

Alba prestó atención por primera vez, y se giró a mirar mientras Fernando terminaba de aparcar. Descendieron y se acercaron al lugar donde se encontraban, Isabel, que despedía a los transportistas y Sonia, que permanecía con los brazos cruzados pendiente de la operación. A Alba le dio la sensación de que estaba enfadada.

- ¿Y esta moto? – preguntó Fernando sorprendido también – deben estar confundidos – comenzó dirigiéndose a Isabel.

- No – dijo la detective – Alba viene a tu nombre. ¿Tú...?

La enfermera sonrió impresionada. ¿Cómo había conseguido Natalia que la moto estuviese allí a las ocho de la mañana? ¡Esta Natalia no dejaba de sorprenderla!

- Sí, es para mí – afirmó de pronto con excelente humor.

- ¿Es la moto de Nat? – preguntó de pronto Sonia dejando a los demás boquiabiertos.

- Sí – sonrió la enfermera acercándose a su nuevo medio de transporte, pasando la mano por ella, la satisfacción que sentía no pasó desapercibida a ninguno – Nat me la ha... prestado – mintió y viendo la cara de Sonia se puso ligeramente nerviosa pensando en cómo las interrumpió la noche anterior. No quería decir nada que la molestase y luego repercutiese en la pediatra – bueno, en realidad, me acordé de preguntarle por ella y... le pedí que me... me la alquilase.

- ¡Joder! Llego a saberlo y se la pido yo – exclamó Mónica bromeando – ¡qué calladito se lo tenía! ¡Verás cuando la pille!

Alba se encogió de hombros, empezaba a comprobar que hasta las personas más cercanas a Natalia conocían pocos detalles de la vida de la pediatra y sintió cierta alegría. No era la única que desconocía detalles de su vida.

La ClínicaWhere stories live. Discover now