Capítulo 12

662 35 1
                                    


Natalia llegó a la Clínica muy temprano. Hacía dos horas que su avión aterrizó y decidió acudir directamente al trabajo. Esos días en Sevilla le habían permitido ver las cosas con distancia y otra perspectiva. Ana ya tenía el alta y descansaba en su casa. Además, desde su charla con Vero se sentía más tranquila, seguía sin dormir bien, pero al menos dormía algo.

Subió la rampa con más energía que los últimos días. Estaba nerviosa por volver al trabajo, y sintió que echaría de menos los papeleos y las reuniones, pero tenía que cumplir la palabra dada a Fernando y pasar la mayor parte del tiempo en el campamento, junto a Alba. Ese no era el motivo de su nerviosismo, el motivo era el miedo que le daba volver a ejercer. La noche anterior había estado tan angustiada por el tema que llamó a Vero para desahogarse. La psiquiatra se había ofrecido a invitarla a desayunar para darle ánimos y ella había aceptado sin dudarlo.

Entró en la cafetería creyendo que no iba a encontrar a nadie y cuál fue su sorpresa que ya estaban allí casi todos. Su mente rápidamente pensó en que se había producido algún problema que no habían querido decirle y eso que había hablado a diario con Claudia y Teresa. Pero la desechó con rapidez, tenía que hacerle caso a Vero y tomarse la vida de otra forma. Buscó con la vista a la psiquiatra, pero parecía que era la única que no había llegado.

Entró con una sonrisa y se acercó a la mesa en la que ya estaban desayunando Cruz, Teresa, Claudia, Gimeno y Alba. A Natalia le extrañó ver a Gimeno allí sentado tan temprano, cuando casi siempre llegaba con la hora justa y más después del fin de semana.

- ¡Buenos días! – dijo sonriente – y este madrugón ¿a qué se debe? – bromeó.

- ¡Nat! – exclamó Teresa levantándose a besarla - ¡qué buena cara te veo! – le dijo, la pediatra asintió y miró hacia Alba que también parecía estar de buen humor.

- Aquí que nos estábamos peleando todos por recibirte – respondió burlona Claudia, separándose de la mesa para dejarle sitio.

- Ya... va a ser eso – la miró torciendo el gesto socarronamente, mirando de reojo a David y Claudia le hizo una indicación de cabeza para que no dijese nada – Alba, te veo muy bien ¿te incorporas hoy? – preguntó sabiendo la respuesta.

- No, lo hice el viernes – sonrió dejándola sorprendida "¿el viernes! pero... y lo que habían quedado Fernando y ella...?" – me llamó Fernando, Mónica está con gripe y hacía falta una enfermera en el campamento y... yo estaba deseando empezar.

- Ya... - dijo pensativa. Estaba claro que, en su ausencia habían hecho lo que les daba la gana y que no la necesitaban para nada.

- Espero que no te moleste, ya sé lo que me dijiste, pero ha sido solo un día... - continuó al ver la expresión de la pediatra.

- No, tranquila, aunque hoy se cumplen los quince días y... tenemos que hablar.

- Mejor, luego, ¿no? – hizo una seña indicando que no era el momento ni el lugar.

- Sí, claro, luego – admitió – bueno ¿me vais a decir qué pasa! ¿por qué estáis todos aquí tan temprano?

- Mujer – intervino Cruz – hoy se incorpora Adela y como creímos que llegarías tarde... pues... estábamos aquí para...

- Hacerle los honores – saltó Teresa.

- ¿Los honores? – sonrió - ¡vaya panda de cotillas! – rió abiertamente – que sepáis que se lo voy a contar – amenazó bromeando.

- ¡Cómo tengas valor! – la señaló Claudia con el dedo y la mirada burlona, que con rapidez dirigió hacia la puerta – chist ¡ahí está!

La ClínicaWhere stories live. Discover now