Capítulo 72

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Natalia entró en la cabaña nerviosa, ni las palabras de Germán, ni su comportamiento distendido habían logrado el objetivo de tranquilizarla. La aprensión que sintiera por la mañana ahora se había transformado en un miedo cada vez mayor. No podía dejar de pensar en Alba y desear con toda su alma verla aparecer en la puerta de la cabaña, con su dulce sonrisa, con su alegría, siempre dispuesta a levantarle el ánimo a ayudarla a superarse. Su mente volvía una y otra vez a la playa, al baño en el mar, a sus caricias, a sus bromas, a sus paseos por Kampala... No soporta la idea de que le ocurriese algo. Por primera vez en días volvía a sentir una presión en el pecho que no la deja respirar. Se movió inquieta por la estancia, la cabaña se le caía encima, tenía que hacer algo. Abrió la puerta principal y se asomó al porche. Germán estaba en el centro del patio, dos o tres soldados hablaban con él, le parecía que también estaba Jesús e incluso Maika, y la desesperación comenzó a apoderarse de ella, segura de que le estaban ocultando la verdad.

"No te pongas nerviosa", intentó recuperar la calma al notar que su corazón se disparaba. "Tienes que tranquilizarte, Alba está bien y tienes que pensar y decidir, lo que vas a contarle cuando vuelva y cómo vas a hacerlo", se dijo volviendo al interior, después de ver que un par de camiones salían del campamento. "No tardes, mi amor, no tardes, por favor", "si vuelves voy a gritar a los cuatro vientos que te quiero, te voy a decir lo mucho que te amo, pero vuelve. ¡Vuelve ya!", musitaba moviendo la silla de un lado a otro, deseando poder levantarse de ella y salir corriendo en su busca, deseando poder estar haciendo algo y no allí dentro, esperando llena de desespero.

Cogió una revista y la abrió situándola sobre su regazo, quizás la lectura consiguiese distraerla. "Germán tiene razón, soy una dramática y estoy sacando las cosas de quicio", "si el dice que son normales los retrasos serán normales", suspiró, "sí, es verdad que lo son, claro que lo son, aún recuerdo lo mal que lo pasé cuando tardaron en llegar con el suero", repetía sin parar, con los ojos puestos en aquella revista que ya había releído y repasando los últimos días juntas. Dos lágrimas recorrieron sus mejillas pensando en lo feliz que se sentía en sus brazos, esos brazos en los que se refugiaba y que tenían la habilidad de enjugar su llanto, de disipar sus tristezas, esos brazos en los que sus heridas habían dejado de sangrar para sanar con una rapidez milagrosa. Sonrió, "¡enfermera milagro! ¡vaya si he sabido porqué te llaman así!", murmuró rompiendo el silencio de la cabaña.

Miró hacia la puerta, clavó su vista en ella con insistencia, agudizó sus oídos por si escuchaba entrar los camiones, pero nada le indicaba que estuviesen de regreso, "vamos entra, ¡quiero verte! quiero verte y decirte lo mucho que te necesito, quiero decirte lo agradecida que te estoy por haberme perdonado, quiero que sepas la fuerza que me das, has conseguido que mi corazón vuelva a latir con una fuerza increíble. ¡Vamos! ¡vuelve! necesito que vuelvas. Me prometiste que ibas a volver, que no te iba a pasar nada y yo confío en tu palabra, mi amor. ¡Tienes que volver!".

Los camiones del convoy comenzaron a entrar en el campamento cuando el sol comenzaba a caer en el horizonte. Germán había intentado contactar con ellos por todos los medios, pero le había sido absolutamente imposible. Al verlos entrar corrió hacia allí, seguido por Jesús que aguardaba junto él, temiendo que hubieran sufrido algún ataque de la guerrilla, aunque nada hacía pensar que hubiera sido así cuando comenzaron a saltar de ellos los soldados y vieron aparecer a Sara y Alba sonriendo y charlando animadamente.

- ¿Qué os ha pasado! ¡es tardísimo! – gritó Jesús abrazando a Sara que lo separó ligeramente en un intento de disimular, pero el chico la atrajo de nuevo contento sin reparar en nada más - ¿estáis bien?

- Las carreteras están horribles con las lluvias – dijo Sara con tranquilidad mirando hacia Alba buscando su apoyo – pero tampoco es tan tarde ¿no?

La ClínicaWhere stories live. Discover now