Capítulo 37

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Mientras Alba entraba en el comedor mucho más tranquila. Germán había reservado dos asientos junto a él y se sorprendió al ver que la pediatra no la acompañaba.

- ¿Y Lacunza?

- No sé, en la cabaña supongo.

- ¿Cómo que no sabes?

- No sé, Germán – repitió molesta.

- Pero... ¿está bien! no he querido decirle nada, pero no tenía buen aspecto.

- Creo que sí.

- Ay, Albita, ¿qué ha pasado ya! ¿habéis discutido?

- No. Quería hablar por teléfono y Margot la ha llevado.

- Pero... ¿viene ahora?

- No sé – respondió.

- Y me tengo que creer que no habéis discutido – le dijo moviendo la cabeza con un esbozo de sonrisa condescendiente.

- Cree lo que quieras.

- Vamos a ver ¿qué ha pasado? – se interesó de nuevo.

- No ha pasado nada – le dijo haciéndole una seña de que no era ni el momento ni el lugar.

- De acuerdo – sonrió comprendiéndola - ¿hace un café después de cenar?

- No – se negó con rapidez, pero al ver el ceño fruncido del médico intentó justificarse - He estado hablando con Sara, y... me voy a quedar en el hospital, me ha dicho que tenéis mucho lío.

- Sí, hay nuevos ingresos – suspiró – y me toca estar de guardia toda la noche.

- Yo os hecho una mano.

- No hace falta, además...

- ¿Qué? ¿temes que nos pillen? – lo interrumpió molesta, no quería volver a la cabaña con Natalia y pasar la noche en el hospital era la mejor opción que se le ocurría.

- Sabes que no es eso – respondió – no me gusta que Lacunza se pase sola toda la noche, aún no está bien y...

- Ya iremos a echarle un vistazo, no te preocupes que está mejor – saltó con rapidez manifestando una indiferencia que no sentía.

- Entonces, ¿ni un café rapidito?

- Bueno, uno – sonrió, no sabía como pero cuando Germán la miraba de aquella manera, al final, siempre terminaba convenciéndola.

- Hoy lo preparas tú que yo voy a llevarle algo de cena a esa cabezona.

- Tenía el estómago revuelto no creo que cene.

- Ya me encargaré yo de que no sea así – murmuró dando buena cuenta de su plato.

Alba lo miró y sonrió para sus adentros, Germán cada día se mostraba más interesado en Natalia y no solo en su salud física. Le agradaba la idea de que recuperaran su amistad, eso podría beneficiar sus planes, porque estaba segura de que Natalia le había mentido, después de pensar en sus palabras y en la expresión de sus ojos, tenía clara una cosa, Natalia acababa de hacer lo que ya le había dicho, intentar alejarla de ella, pero no lo iba a conseguir tan fácilmente, aunque quizás no estaría mal que tomase un poco de su propia medicina. De momento, estaba muy enfadada porque la hubiese tratado de ese modo, ¿quería tenerla lejos! pues iba a darle lo que deseaba, "ya me llamarás y me pedirás que me quede a tu lado, hasta que no lo hagas, tendrás lo que quieres", pensó terminando su cena sin escuchar el parloteo de sus compañeros.

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