Capítulo 99

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Natalia estaba en su despacho intentando concentrarse en el trabajo. Ni el silencio, ni la soledad del mismo le estaba facilitando la atención que necesitaba para lograr ajustar los presupuestos que tenía delante. La conversación con Alba y la charla con Cruz no favorecían en nada sus intentos. No dejaba de darle vueltas a las palabras y la actitud de la enfermera, convencida de que se estaba equivocando en todo con ella, pero a un tiempo angustiada porque no veía otro camino más que el que había decidido tomar.

El café con Vero tampoco había servido de nada, ni la había tranquilizado ni había sido capaz de ayudarla, y no porque no lo hubiese intentado, en su propio interés estaba, sino porque sus esfuerzos por parar aquello, a pesar de recurrir a todas sus influencias, habían sido en vano. Era demasiado tarde y a esas alturas, las revistas del lunes ya debían estar en la calle con enormes titulares. Se ponía enferma solo de imaginarlos "Verónica Solé, la psiquiatra de la tele, desolada ante el desliz de su supuesta pareja", "La "amiga" de Verónica Solé, se divierte con otras", y no quería ni imaginar el contenido de los reportajes. Le dolía el estómago y tenía nauseas solo de pensar en ello. Vero se había enfadado, y la entendía, aunque estaba siendo muy injusta, ¿qué culpa tenía ella de las mentiras de la prensa? Era cierto que, conociendo a la persecución que las habían sometido en los últimos meses, debía haber sido mucho más discreta y prudente, y haber evitado ese encuentro público con Alba, pero ya no era posible dar marcha atrás. El daño estaba hecho y ahora lo único que estaba en su mano era intentar paliarlo.

No era la única bronca que había tenido en esa mañana y aún no eran ni las diez. Rosario la había llamado indignada y tan alterada que apenas había podido cruzar palabra con ella, se había limitado a escuchar sus reproches y sus exigencias, a separase el aparato del oído cuando comenzó a gritarle, a recriminarle su comportamiento y a insultar a Alba, tras confesarle que no volvía a Sevilla en unos días incluido el fin de semana. Se habían despedido con brusquedad y había prometido llamar a su suegra y explicarle todo.

"Todo", pensó, el peor momento para explicar todo y reconocer su relación con Alba. Hasta Cruz estaba convencida de que lo mejor era hacer un comunicado desmintiendo esa relación. A fin de cuentas en las fotos solo se veía un abrazo y un beso en la mejilla, nada más. Nada que pudiese revelar la verdad. La opinión pública era fundamental y la buena imagen aún más para que la Clínica superara todos sus problemas. ¿Pero qué pensaría Alba cuando le dijese que debía hacer aquello? no lo entendería, estaba segura de ello, y tenía razón. Si hubiese puesto las cartas sobre la mesa desde el primer momento ahora no estaría en esa situación. Suspiró cansada, le dolía la cabeza y cada vez veía peor solución para todo.

"Estás poniendo en ridículo a Ana y su familia", "¿sabes cómo está tu padre? ¿quieres que le de otro infarto?", "Natalia haz lo que debes y habla con la prensa, desmiente esa información y compórtate como la mujer casada que eres", "no sigas insultando el apellido que llevas", las palabras de su madre también la machacaban. Le había dicho a su madre que no podía seguir hablando con ella que tenía mucho trabajo. No mentía, pero era incapaz de concentrase en él. Estaba intentándolo cuando una sensación de ahogo profundo la invadió, y aquel maldito dolor en el pecho volvió con toda su fuerza. Buscó con rapidez sus pastillas y se tomó una. Necesitaba aire y a duras penas se acercó al enorme ventanal y lo abrió, recibiendo con alivio la bocanada de brisa fresca que le llegó.

Su vista se quedó fijó en la gente que entraba y salía de la Clínica. Cada vez tenían más pacientes externos y eso era buena señal. Pero aún estaban muy lejos de sus pretensiones y necesidades. La prensa les había hecho mucho daño en esos meses. Y el último escándalo no iba a ayudar en nada. Sabía que una mano negra estaba intentando hundir su proyecto recurriendo a todas las armas posibles y no dejaba de preguntarse porqué y quién. No lo entendía y por más vueltas que le daba a la cabeza no alcanzaba a comprender qué había detrás de aquél interés desmedido a que cerrara la Clínica.

La ClínicaWhere stories live. Discover now