Capítulo 93

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Al cabo de unos minutos en los que recuperó algo de calma, cogió el móvil. Necesitaba oírla, necesitaba que le dijera que todo iba a ir bien, pero cuando efectuó la llamada, Natalia tenía el móvil desconectado y en su despacho no respondía. La imaginó comiendo con Vero o con Claudia y no pudo evitar que dos lágrimas resbalaran hasta la barbilla.

- ¿Cómo estás?

Adela estaba ante ella y ni siquiera la había oído llegar.

- Mejor, gracias, ¿ya habéis terminado? – disimuló mirando el reloj, no creía que hubiese pasado tanto tiempo.

- No, pero quería saber cómo estabas – sus ojos la escudriñaban y comprobó que había llorado.

- No tienes por qué preocuparte por mí, ya te dije que solo era una bajada de tensión – musitó esquiva.

- Trabajamos juntas, no quiero salir ahí fuera y tener que atenderte a ti.

- Tranquila que no tendrás que hacerlo, estoy bien.

- He hablado con Fernando y...

- ¿Con Fernando por qué? – se levantó enfadada – te he dicho que estoy bien.

Adela la miró sonriente

- Y quiere que incluya en su informe unos datos de nuestra actividad. Esta tarde haremos un recorrido más pequeño y terminaremos antes, si quieres puedes irte a casa más temprano.

- No. No quiero irme a casa.

- Pues ve a ver a Nat y... habla con ella.

- No eres amiga mía ¿quieres dejar de darme consejos? – le espetó molesta, dándole la espalda dispuesta a marcharse.

Adela con rapidez la cogió del brazo y la obligó a volverse.

- No pretendo tu amistad. Pero sí que soy amiga de Nat y...

- Por favor... - su tono cambió del enfado a una súplica que se leyó en sus ojos – no le digas nada a Nat de... de lo de antes.

- ¿De la bajada de tensión? porque era una bajada de tensión ¿no?

- Sí.

- No voy a decirle nada a Nat, pero... hay una condición.

- ¿Cuál? – inquirió con temor.

- Que entres a tomar algo y que busques a alguien para hablar de eso que tanto te agobia.

- Eso son dos condiciones.

- Sí – sonrió – lo tomas o...

- Lo tomo. ¿No le dirás nada?

- Tienes mi palabra. Y ahora... vamos dentro y come algo.

- No me apetece – intentó negarse – de verdad que estoy bien.

- Cuando se sale ahí fuera hay que hacerlo en plenas condiciones y... "a esas bajadas de tensión" tienes que "prestarle atención" – habló con retintín.

- Lo haré y te prometo que no volverá a suceder.

- Eso espero, vamos que estarán casi en el postre – tiró de ella con suavidad.

Alba a regañadientes dio su brazo a torcer y entró con Adela en el comedor. Todos se quedaron mirándolas, pero como siempre Adela entró arrolladora bromeando sobre el postre y la intención de dejarla sin él con lo que le gustaba el pudding y más si era de chocolate, porque adoraba el chocolate, que rápidamente se suscitó una nueva conversación y Alba tomó asiento en su sitio junto a Laura que le sonrió dándole la bienvenida.

La ClínicaWhere stories live. Discover now