Capítulo 9

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En la Clínica Natalia se había encerrado en su despacho, tras comprobar que, de los ingresos que se acababan de producir, solo una niña necesitaba operación urgente, la pediatra se había excusado ante la prensa y había subido para dejar todo organizado de forma que sus compañeros no tuvieran que cubrir su ausencia cargándose con parte de su trabajo.

Una vez sola, cogió el teléfono y marcó el número de sus padres, estaba inquieta por Ana, sabía que su madre tenía razón, pero no podía evitar sentir algo de culpabilidad por no acudir a su lado. María había vuelto a tranquilizarla, pero había algo en su tono que no convencía a Natalia. Se sentía agotada, tanto, que barajó, seriamente, hacer caso a Claudia y llamar a Vero para que le recetase algo y poder dormir, aunque fuera una noche.

Pero lo primero era lo primero, se puso sus gafas y se dispuso para trabajar. Terminó de ultimar los documentos que debía de firmar Mónica y se comenzó a preparar la reunión de Zurich, necesitaba que no se le quedase ninguna documentación atrás. Sacó el listado que había apuntado la madrugada anterior, llamó a la asesoría para que le preparasen todo lo necesario y empezó a hacer la memoria que le habían pedido. Enfrascada en el trabajo, no reparó en la hora que era. Claudia llamó a la puerta y abrió sin esperar respuesta.

- ¿Qué! ¿nos vamos a comer? – preguntó con una sonrisa.

- ¿Ya? – dijo mirando el reloj sorprendida.

- Nat, si son las dos y media.

- Uf... pues... no puedo ... - suspiró cansada y dubitativa.

- Venga mujer, algo rapidito, aquí mismo, en la cafetería.

- Imposible. No me da tiempo a terminar esto antes de coger el avión.

- Nat...

- De verdad que no puedo, ¡qué más quisiera yo! – dijo sincera – pero estoy tardando más de lo que creía.

- Claro que estás tardando más – le regañó – tienes la cabeza en otra cosa, ¿por qué no te vas a Sevilla! seguro que ese viaje puede esperar.

- Que no puedo, Claudia.

- Vaaaale, ¿quieres que te ayude?

- ¿Lo harías? – preguntó esperanzada - ¿en serio tienes ganas?

Claudia negó con la cabeza con una medio sonrisa y cogiendo una silla se sentó a su lado.

- No, pero a ver qué hago contigo – dijo con ironía – venga, dime, ¿qué puedo hacer?

- Uf, - suspiró – mira no, mejor no.

- Eres un caso, ¿no te fías de mí?

- Que no es eso – protestó – es que voy a tardar más en explicarte que en seguir yo con esto, además ... - se interrumpió viendo que sonaba su móvil - ¡mi suegra! – exclamó notando como se le aceleraba el pulso.

- Espero fuera – le dijo con un movimiento de labios. Natalia asintió.

- Hola, Nadia – la escuchó, ya en la puerta - ¿cómo está Ana? ... sí, sí, yo bien.

Claudia cerró la puerta, y permaneció apoyada en la pared, esperando. Escuchaba la voz de Natalia, pero no entendía qué decía. En todo ese tiempo era la primera vez que Natalia recibía una llamada de su suegra, al menos, delante de ella, y no pudo evitar sentirse preocupada y nerviosa.

- ¿Qué haces aquí? – escuchó a Cruz riendo – tienes cara de estar esperando en la puerta del director a que te echen una bronca – bromeó, pero al ver que Claudia no seguía la broma, cambió a un tono más serio - ¿ocurre algo?

La ClínicaWhere stories live. Discover now