Capítulo 52

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Al entrar en el comedor, Alba se detuvo, comprobó que había una silla vacía al lado de Germán, pero no había espacio para que Natalia se sentara con ella. Sara levantó la mano llamándola, a su lado la joven había dejado un hueco, lo suficientemente grande, para que la pediatra se situase con su silla. Alba frunció el ceño. ¿En que estaba pensando Germán! ya podía haber caído en que eran dos. Resignada se dispuso a dejar a Natalia junto a Sara y sentarse ella en el extremo opuesto.

- ¡Vaya! – se agachó junto a su oreja - ¿qué le has dado a Sara? la tienes conquistadita – intentó bromear - ¡hasta te ha guardado sitio!

- Ya sabes que si me lo propongo... - respondió con malicia continuando la broma.

- ¡Quién lo diría con lo mal que te caía al principio! – exclamó ligeramente mohína.

- ¿Y ese tono? yo creía que te alegrarías de que intentase llevarme bien con tus amigos – le respondió sonriente.

- Claro – la miró apretando los labios – me alegro.

Natalia rápidamente se percató de que a Alba le hacía poca gracia y sus ojos reflejaron lo que le divertía verla celosa, pero se apresuró a justificarse, lo último que deseaba era que Alba cambiase su buen humor por aquella actitud de días antes.

- Sara...solo quiere que le mande algunos de mis artículos y que le explique detalles de mis investigaciones – respondió más seria – pero hace más de un año que lo dejé – le dijo conciliadora. Alba la miró ligeramente incrédula, pudiera ser que eso fuera cierto, pero estaba segura que había algo más, cuando Natalia iniciaba una conversación titubeando es que se guardaba algo o que había algo que le costaba contar. En eso no había cambiado lo más mínimo. Aún así la enfermera sonrió y decidió dejarlo estar.

- Un día tienes que contarme cómo te dio por ahí – le pidió interesada – no sabía que tú...

- Yo... tuve que aprender a dedicar mi tiempo a otras cosas, Alba y... bueno...

- Sí, ya me lo contarás – dijo llegando junto a Sara – aquí la tienes – le sonrió a su amiga - ¡qué aproveche! – la miró burlona – no la canses mucho, Sara y ¡déjala cenar!

- ¿Qué insinúas? – le preguntó frunciendo ligeramente el ceño y enrojeciendo levemente, clavando sus ojos en Natalia con una expresión que la enfermera no supo interpretar.

- No lo insinúo – la miró sonriendo y la besó en la mejilla, cariñosa – no sabes parar, ¡nunca has sabido! ¡Mira que cara tienes! – le dijo preocupada por su aspecto.

- Alba... - la interrumpió Natalia temiendo que la chica se ofendiese o creyese que ella había traicionado su confianza, agradecía el intento de Alba, pero si tenía que escuchar un rato a Sara hablando de trabajo, tampoco era para tanto – a Sara y a mí nos gusta comentar ciertas cosas del trabajo, hace tiempo que no encontraba a nadie tan... tan... informada sobre ciertos avances en...

- Vale, vale... ¡doctoras! – les dijo con retintín - ¡aburridas! que sois dos ...

- ¡Mira la que fue a hablar! – exclamó Sara mucho más relajada - ¡lárgate que se te enfría la cena! – le indicó con el dedo el otro lado, riendo al ver la cara que tenía puesta Germán, esperando a la enfermera - ¡que lo tienes desesperadito!

- Sí – dijo mirando hacia él - ¡ahora nos vemos! – suspiró posando sus manos sobre el hombro de Natalia, acariciándola disimuladamente y clavando sus ojos en ella.

Natalia la miró y sonrió, sabía lo que le ocurría, a ella le pasaba lo mismo, le costaba trabajo separarse aunque fuera unos minutos, deseaba sentirla a su lado, deseaba hablar con ella de cosas intrascendentes, deseaba observarla mientras cenaba, mientras hablaba, mientras reía y ese deseo se convertía en desesperación cuando la veía alejarse y sentarse junto a Germán, aunque solo fueran una decena de metros.

La ClínicaWhere stories live. Discover now