Capítulo 5

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Natalia miraba nerviosa de un lado a otro esperando la llegada de Isabel. Aurelio permanecía junto a ella sin ser ajeno a la inquietud de la joven, inquietud que él achacó a la noticia que le había dado. La miró de reojo, se sentía mal por lo que acababa de hacerle, sabía lo que eso podía significar y lo sentía, pero él no podía hacer otra cosa. Parecía que no se había tomado demasiado mal la noticia. La conocía y conocía a su padre, sabía que si se parecía a él aunque fuese una mínima parte, no pararía hasta conseguir lo que quería. Sintió lástima por ella, había intentado prevenirla, nadie iba a ayudarla y él lo sabía. Solo esperaba que Mikel lo entendiese.

Natalia percibió que Aurelio la observaba y se sintió molesta, estaba empezando a sentir aborrecimiento por él, en menudo lío la acababa de meter. Todos confiaban en ella y estaba claro que ella no podía confiar en nadie, ni siquiera en sus padres que le había insistido en acudir a aquél amigo suyo que ahora tenía al lado. "No confíes en nadie", la frase que le dijera Isabel le vino de pronto a la mente, ¡no había hecho la lista! seguro que Isabel se la pedía en cuanto la viese, pero ¿cómo podía estar pensando ahora en esa maldita lista con el problema que se le había venido encima! se censuró a sí misma, no era momento de pensar en ella, si no en la clínica y en todos los demás. Tenía que encontrar una solución como fuera.

Al otro lado de la calle, el joven permanecía pendiente del semáforo, con sus ojos clavados en ella. Había llegado el momento. Por fin se iba a hacer justicia, se dijo. En todo ese tiempo solo una vez se sintió triunfante, esbozó una sonrisa pensando en aquello y en como disfrutó viendo lo mal que lo pasó ella, nadie la creyó, y él sintió una excitación especial al saber que jamás volvería a andar. Nadie excepto Isabel, que parecía un perro de presa. Volvió a sonreír, había sabido ser paciente y estaba a punto de recoger sus frutos. Semáforo verde, se acercaba el momento. Vio como Natalia y Aurelio comenzaron a cruzar la calle. Su cuerpo volvió a tensarse. Sacó la mano del bolsillo sujetando un móvil, y se la llevó a la oreja. Les dio la espalda y caminó unos pasos hacia delante, simulando que hablaba, controlando siempre el ángulo de la cámara de seguridad del banco. Se dio la vuelta y volvió a enfilarlos con los ojos, ya estaban a mitad de la calle, pronto llegarían a la acera. En esos años había desarrollado una habilidad especial para calcular los tiempos, a fin de cuentas estaba entrenado para ello. Un par de recorridos más y la tendría a su alcance. Era una suerte que fuese acompañada, la jugada le iba a salir redonda, no podía fallar. Media vuelta de nuevo, cuatro pasos y nuevo giro, ya estaban en la acera. Sintió de nuevo el sudor recorrer su cuerpo, la respiración se le agitó, se acercaba el momento tan deseado, pero antes un nuevo giro y cuando volviese a darse la vuelta, los tendría encima. Media vuelta, uno, dos, tres... ¡dios! No podía tener tan mala suerte, aquél que venía a toda prisa era el coche de Isabel. Su cabeza volvió a hacer los cálculos. Si, podía darle tiempo. Y si no, siempre le quedaba una segunda opción. Con el móvil aún en la mano, sacó un papel del bolsillo y lo puso en su mano derecha. Calculó que ya debía tenerlos a dos metros, sí, podía notar el perfume de su colonia, el sonido de su silla al rodar, allí estaba... Se giró con tal rapidez y agilidad que Aurelio no pudo esquivarlo, "perfecto", pensó el joven tropezando con el anciano y cayendo con toda su furia sobre Natalia.

- Pero... ¡por el amor de dios! – exclamó Aurelio – ¡mire usted por donde va! – dijo intentando frenar a aquél individuo sin demasiado éxito.

El joven escuchó como frenaban los coches, como se abrían las puertas y como corrían hacia él, "tarde, subinspectora, muy tarde", pensó con una sonrisa aún echado sobre Natalia que desprevenida no pudo hacer nada, una mano contra el estómago de la pediatra y otra por encima del corazón. En décimas de segundo estarían sobre él, ya no podía ni debía huir. Comenzaba el plan B.

La ClínicaWhere stories live. Discover now