Capítulo 44

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Al cabo de unos minutos su espera se vio recompensada. La puerta de la cabaña se abrió y Natalia salió con dificultad, Alba no puedo evitar pensar que debía estar muy cansada. Permaneció quieta, en la puerta de los baños, esperándola. Natalia llegó hasta ella, avanzando con lentitud, y la miró sorprendida de encontrarla allí.

- Te estaba esperando – le dijo la enfermera sin más.

- ¿Qué ocurre? – le preguntó cansada.

- Quiero hablar contigo.

- Alba... - murmuró mirándola rendida ante su insistencia, imaginaba lo que quería, pero ella estaba agotada y no se sentía con fuerzas para otra discusión, ni para escuchar más recriminaciones - ¿por qué no lo dejamos...?

- No puede ser – respondió con firmeza.

- A ver, dime – aceptó arrastrando las palabras.

Alba no respondió se limitó a mover las manos nerviosa y a balancearse de un pie a otro. Natalia esperó pacientemente a que le dijera aquello que deseaba, pero la enfermera permanecía silenciosa.

- ¿Pasa algo? – le preguntó al fin Natalia impaciente, deseando meterse en la ducha e irse a la cama.

- Sí – respondió mirándola fijamente sin añadir nada más. Natalia esperó a que lo hiciera, pero Alba no hablaba.

- Y... ¿me lo vas a decir o nos vamos a quedar así toda la tarde? – preguntó con ironía. Su tono alertó a la enfermera que se echó atrás en sus intenciones y decidió hacerle caso a Sara.

- Eeeh... ¿qué favor querías? – dijo de pronto, desconcertando a la pediatra que se esperaba cualquier cosa menos aquella.

- ¿Favor? – repitió intentando recordar a qué podía referirse,

- Sí, antes me has preguntado que si podías pedirme un favor, quiero saber cuál.

- ... nada... no era nada... - respondió recordando aquella parte de la conversación que acababan de mantener.

- ¿Te ayudo a subir? – le preguntó sin insistir.

- Por favor – respondió esbozando una sonrisa, parecía que Alba ya no estaba enfadada y eso la alivió sobremanera.

- Nat... dímelo, dime qué favor querías.

- No es nada Alba... es... - se detuvo y la miró sin decidirse – quería que... me ayudases a... convencer a Germán.

- ¿Convencerlo de qué?

- De... que me deje irme ya de aquí – le pidió creyendo que después de lo que le había dicho antes la enfermera estaría de acuerdo.

- Ya... – respondió frunciendo el ceño y mirándola con aquella expresión que Natalia reconocía tan bien, Alba había vuelto a enfadarse.

- No es que no esté bien aquí – se apresuró a explicarse – es... es que... es Ana. Creo que no está bien y... yo...

- Ya... - dijo cabeceando y apretando los labios en una mueca irónica – Ana, ¿no? – preguntó con sarcasmo, "será más bien Vero", pensó.

- Sí – respondió sin entender su gesto – creo que mi madre no me dice la verdad y... yo... yo... estoy preocupada

- Llámala – le dijo sin más – no entiendo por qué no hablas con ella en vez de con tu madre. Es tu mujer, ya que te saltas las normas a la torera podías hacerlo para hablar con ella ¿no te parece? – le dijo con retintín, mientras el "te quiero" dicho a Vero retumbaba en sus oídos – si hablases más con tu mujer quizás no necesitarías hacerlo tanto con tu psiquiatra.

La ClínicaWhere stories live. Discover now