Capítulo 128

281 20 18
                                    


Alba se quedó mirando su obra con satisfacción. Las mesas estaban ya completamente adornadas. Deseaba que Natalia apareciera y las viera. Seguro que recordaba uno de los adornos que había hecho pensando en ella y en la Navidad que pasaron en Jerez, ¿lo reconocería?

Todos comenzaron a salir del pabellón para el reparto. Alba no cejaba en su intento de localizar a Natalia, pero parecía que la pediatra se había esfumado. Se concentró en las instrucciones que les estaba dando Fernando, mientras su mente comenzó a imaginar una posibilidad que no quería aceptar. Vero debería haber llegado hacía un rato ¿y si lo había hecho y Natalia estaba con ella? a fin de cuentas era el día en que habían convocado a la prensa para el reportaje que iban a difundir. Si así era, seguro que ya le había contado todo lo sucedido la noche anterior y seguro que la psiquiatra se las ingeniaba para lograr que Natalia se arrepintiese y diese marcha atrás.

- Alba ¿has visto a Nat?

Fernando estaba frente a ella, con rostro serio.

- No. Hace rato que no la veo. Pero Adela me dijo que la había visto ir hacia la parte de atrás con Mara.

- La prensa está a punto de llegar. ¿Te importa ir a buscarla?

- ¡No! claro que no – sonrió.

No podía imaginar una tarea que le agradase más. Corrió hacia la parte posterior, donde Salva estaba terminando de recoger los grandes rollos de mantel que habían comprado y cerraba el cobertizo.

- ¡Salva! ¿has visto a Mara y a la doctora Lacunza?

- Yo no sé nada, yo no sé nada –repitió mirando hacia abajo y metiéndose las manos en los bolsillos, le dio la espalda y se marchó a grandes zancadas.

Alba lo miró extrañada. Ese chico siempre era de lo más huraño y no alcanzaba a comprender por qué se había puesto tan nervioso por una simple pregunta.



---------------




Natalia lanzó un quejido e intentó levantar la cabeza, abrió los ojos, cada vez veía más borroso, y cada vez le dolía más todo el cuerpo. No sabía cuánto tiempo había pasado desde que estaba allí pero quizás ya estuviesen buscándola, y quizás dieran con ella pronto. Sonrió pensando en Alba. "Albi", musitó sin reparar en que sus pensamientos brotaban casi imperceptibles de sus labios. Él se giró hacia ella, aquella puta parecía no darse cuenta de que estaba allí. Sonrió pensativo, sabía quién era Alba, la enfermera. Sí, así quizás la fiesta sería completa. ¡Qué gran idea se le acababa de ocurrir! Pero no, no había tiempo para aquello. Lástima no haber pensado antes en eso, pero ya era tarde, tendría que conformarse con disfrutar hasta que esa puta no aguantase más. Se acercó a ella de nuevo y se plantó ante sus ojos, pero Natalia era incapaz de verlo, perdida en sus recuerdos, su vida corría ante ella, y Alba aparecía a cada instante en su mente.

- ¡Mírame puta! – le gritó haciendo que diese un pequeño respingo y lo enfocase de nuevo.

Natalia suspiró entregada, convencida de que nada ni nadie, la sacaría de allí. Sin fuerzas para oponerse, sin fuerzas para resistirse y luchar, ni el recuerdo de Alba se las daba, la idea se había alojado en ella y cada vez la asaltaba con más fuerza: solo quería que todo terminara de una vez. Quería morir.

- Abre las piernas – le ordenó - ¡ábrelas! – le gritó.

- No puedo – lo miró desconcertada, ¿cómo le pedía aquello? llevaba años acosándola, años tras ella, sabía que era imposible que lo hiciera.

La ClínicaWhere stories live. Discover now