Capítulo 113

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María regresó a la una en punto como le había prometido a su hija. Bajó del coche y se dispuso a entrar en la casa cuando Evelyn le salió al encuentro.

- Evelyn, ¿está lista mi hija?

- ¿Nat? no – la miró sorprendida - ¿no le ha dicho nada?

- ¿A qué te refieres?

- Se ha marchado hace una media hora.

- ¿Cómo que se ha marchado? pero ¡si le dije que venía a recogerla! esta hija mía – suspiró rebuscando en el enorme bolso su teléfono – habíamos quedado para comer... - le explicó.

- Recibió una llamada y salió a toda prisa.

- ¿Una llamada? Creía que había ido al centro a encontrarse conmigo – manifestó su contrariedad - ¿sabes a dónde ha ido?

- A la clínica.

- ¿A trabajar?

- Creo que me ha dicho que... a ver a Alba.

- ¡Será posible! – chascó la lengua pasando al enfado abierto – ¡no puedo creerlo! ¿me ha dejado plantada?

- No lo sé. Imagino que llamará en cuanto pueda, ha debido de surgir algún problema.

- ¿Problema? ¡seguro! ya sé yo que problema ha podido surgir – elevó el tono alterada con la idea de que Natalia se había olvidado de su cita con ella para correr al lado de esa enfermera, que si nunca le cayó bien, ya empezaba a odiarla - ¿qué más te ha dicho?

- Señora, ¿va a pasar? – le franqueó la puerta sin responder.

- No, ¡cómo voy a pasar! – respondió airada dándole la espalda – me voy ahora mismo, ¡me va a...

Su móvil comenzó a sonar y María lo cogió a toda prisa pensando que sería su hija.

- - ¡Mikel! – exclamó al escuchar a su marido - ¿la niña? No, no he tenido tiempo de hablar seriamente con ella – se justificó ante la pregunta de su interlocutor - ¡no puedes hacerte una idea de lo que pasa aquí! ¿sabes lo que me ha hecho? ¡tenemos que tomar cartas en el asunto inmediatamente! – dijo airada - ¡claro que voy a ir! y no solo voy a ir, ¡me va a oír! ¡ya lo creo que me va a oír!



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Natalia entró en la clínica con los nervios cogidos en el estómago y la incertidumbre atenazando su alma. Las palabras de Adela repiqueteaban en su mente "Nena, vente para acá ¡ya!", su tono apremiante y serio la alarmó aún más que la escueta información que le había dado, "no te asustes, Alba se ha puesto mala y la llevamos para la clínica". Adela no había respondido a ninguna de sus preguntas, no podía hacerlo, aún no sabían qué le ocurría. Subió la rampa de entrada todo lo veloz que le permitieron sus fuerzas, tenía la sensación de que aquel edificio al que entraba todos los días, el lugar que se había convertido casi en su primer hogar, era otro. Uno diferente y con olor a muerte. Claudia estaba hablando por el móvil delante del mostrador donde debía estar Teresa, y que se encontraba vacío. La neuróloga paseaba nerviosa de un lado a otro, cuando se fijó en Natalia.

- Te dejo, ya está aquí - la escuchó decir – Nat... - esbozó una triste sonrisa.

- ¿Qué ha pasado? Ade no me ha querido decir nada.

La ClínicaWhere stories live. Discover now