Capítulo 136

346 21 30
                                    


Alba entró en la radio llena de desesperación. Grecco la recibió con su habitual aire de suficiencia que la exasperaba. Pero el italiano rápidamente captó que aquel día no era el apropiado para una de sus bromas, al borde de las lágrimas y completamente alterada, Alba apenas fue capaz de decirle lo que quería. Solícito, se puso a la tarea de contactar con Kampala en busca de un vuelo para Madrid.

- Es imposible. Todo cancelado hasta nueva orden – le dijo al cabo de unos veinte minutos.

- Tengo que irme hoy mismo.

- Ni vía Kampala ni vía Entebbe podrá ser. Están cerrados los aeropuertos.

- Intenta por Nairobi.

- ¿Piensas salir del país?

- Es evidente.

- ¿Y pretendes que lo hagamos usando la radio? interceptan las señales, hay toque de queda...

- Ya sé los riesgos que corro, no soy imbécil.

- Los corro yo, que soy el responsable de las comunicaciones.

- Por favor, tengo que salir de aquí hoy mismo.

- Pero si... no puedes cruzar la frontera sin permiso y...

- Francesco, por favor, ¡es muy importante! necesito que me ayudes, ¡por favor! ¡por favor!

- Cuando una bella donna me habla en ese tono...

- ¡Francesco!

- Está bien te ayudaré, pero me debes un favor.

- Llama.

El chico se puso manos a la obra y al cabo de media hora ya tenía la información que la enfermera necesitaba.

- El primer vuelo de Nairobi sale dentro de tres días.

- ¡Tiene que ser antes!

- Imposible, hace dos horas que ha salido el último. Hasta dentro de tres días nada.

- Tiene que haber algo antes.

- Hay uno esta misma noche, pero sale de Burundi. Es imposible que te de tiempo a llegar.

- Resérvalo ¡llegaré!

- ¿Cómo?

- Tú resérvalo – casi le gritó.

Germán entró en ese momento en la radio. Su seriedad reflejaba que no estaba nada conforme con lo que estaba sucediendo y mucho menos con lo que le había dado tiempo a escuchar.

- ¿Has vuelto a hablar con Madrid?

- No. Estamos buscando un vuelo. Me voy ahora mismo, esta noche tengo que estar en Burundi.

- Alba, entiendo que estés desesperada, pero es materialmente imposible que en un solo día llegues a Burundi. Por no hablar de que es imposible que logres pasar la frontera sin permiso alguno.

- No me vas a impedir que lo intente.

- Francesco, por favor, déjanos solos.

El joven se levantó visiblemente aliviado. Todo aquello le parecía una locura, pero si su jefe estaba conforme, él no iba a llevarle la contraria.

- Germán, quiero irme.

- Lo sé. Y puedo llegar a entender lo que pasa por tu cabeza. Pero ¿tú te has parado a pensar en la locura que pretendes?

La ClínicaDove le storie prendono vita. Scoprilo ora