Capítulo 111

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Alba dudó un instante, quería marcharse de allí. No soportaba a María y la idea de sentarse en la misma mesa a aguantar sus desplantes la hacía desear salir huyendo y marcharse a hacer la guardia que había anulado, pero la cara anhelante de Natalia y sus ojos pidiéndole su apoyo, al tiempo que su tono firme y decidido y ese cariño que dejaba las cosas claras, la hicieron decantarse por permanecer allí y demostrarle a María que solo le importaba Natalia.

- Ahora mismo voy – respondió con una sonrisa – por cierto, María, "esa" tiene nombre, por si no lo recuerdas me llamo Alba. Y... tampoco soy sorda.

Natalia le hizo una seña con las cejas de que no empeorase más las cosas, pero Alba estaba decidida, si iba a quedarse allí, sería con condiciones y la principal era que María no le faltase al respeto.

- Natalia, no voy a tolerar ni una impertinencia por parte de...

- Os pido a las dos por favor que os comportéis como adultas - habló con autoridad mirando a una y otra interrumpiendo a su madre.

- Por mí no hay problema – le dijo Alba con rapidez mientras María se cruzaba de brazos sin responder.

- Gracias cariño. ¿Puedes también buscar a Andrés y decirle que recoja la maleta de mi madre y la lleve al ala oeste?

- ¿Al ala oeste? – su madre parecía contrariada.

- Sí, aquel cuarto de invitados es más grande que el de ésta. ¿Te importa Alba?

- No, claro que no, os espero en el comedor, que tú deberías ir cenando ya – le sonrió y Natalia agradeció profundamente que se quedase allí y que la apoyase.

María la miró contrariada y se sentó junto a su hija en el sofá.

- No puedo creerlo, o sea que era cierto ¿no? ¡tú padre y yo no dábamos crédito! queríamos creer que era un capricho pasajero, pero ya veo que no, por eso me has tenido sin respuesta y sin atender mis llamadas ¿vives con ella?

- Mamá, eso no es de tu incumbencia.

- ¿Tampoco es de mi incumbencia que tengan que venir mis amigos a decirme que vas acompañada a un cóctel por alguien, que no solo no sabe comportarse sino, que da un espectáculo bochornoso? ¿así pretendes sacar a flote tu clínica? ¿sabes lo que se dice en ciertos círculos? ¿no te has preguntado por qué hay personas tan reacias a poner en tus manos su dinero?

- No lo sé ni me importa. Aunque imagino que ya te encargarás tú de contármelo con pelos y señales, ¿no, mamá? – le preguntó irónica.

- Vas a arruinar tu vida y la de todos los que han confiado en ti, recapacita hija, que aún estás a tiempo, si lo haces tu padre podría hacer unas llamadas y buscar financiación...

- Si a esas personas les importa más mi vida privada y con quien voy acompañada que mi capacidad para gestionar la clínica, no quiero su dinero.

- ¡Una vergüenza! Eso es lo que es ¡una vergüenza! ¿cómo puedes hacerte acompañar por ella? ¡una don nadie! sin educación ni maneras ni...

- ¡Mamá! Ya te he dicho que con quien vaya a los sitios y con quien viva no es de tu incumbencia.

- ¡Ya lo creo que lo es! lo es si eso nos afecta a tu padre y a mí. ¿Cómo puedes traértela aquí? ¡vivir con ella! ¡faltarle el respeto a tu mujer!

- No me grites – su voz se enronqueció – y te repito que no lo es de tu incumbencia. Pero si tanto te preocupa, no vivo con ella.

- ¡Gracias al cielo que aún te queda un poco de cordura!

La ClínicaWhere stories live. Discover now