Capítulo 123

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Natalia la miró y desvió la vista incapaz de contestar, la necesitaba más que nunca, pero Vero tenía razón, era una cobarde, y por encima de todo y a pesar de lo que había descubierto no quería hacerle daño y se lo iba a hacer, porque en esos momentos su amor se había convertido casi en odio, a ratos así se lo hacía sentir, además, no sabía que le ocurría, pero hacía tiempo que la ponía muy nerviosa, que la hacía estar siempre en el disparadero. Quería que se marchara, que fuera feliz en Jinja, pero al mismo tiempo le aterrorizaba la idea de perderla, aunque esas fotos le decían que ya la había perdido o que nunca la había tenido.

- ¿No me contestas?

- Ya te lo he dicho, ¿para qué quieres que lo repita?

- Repítelo, quizás así sea capaz de creerte, pero mírame a los ojos y repite que no me quieres, que quieres que me marche. Que me marche de verdad, lejos y para siempre.

- ¡Déjame en paz! – exclamó incapaz de responder, pero deseando acabar con aquella tortura.

- No, Nat, ¿recuerdas el león y el lago? Yo voy a seguir vagando tras tuya quieras o no, no voy a rendirme como tú estás haciendo, no voy a desfallecer, voy a seguir ahí y cuando tengas sed...

- Cuando tenga sed, buscaré otro lago y beberé de otra agua. De una que no esté envenenada de mentiras.

Alba no pudo evitar un puchero al oír aquello.

- No llores, ¿acaso eso no es lo que haces tú?

- ¿Qué hago yo? – preguntó con un hilo de voz.

- Beber de todo lo que se te pone por delante.

- Nat... no entiendo a qué viene todo esto... cariño – intentó tomarla de la mano, pero la pediatra la retiró bruscamente derramando parte de la copa.

- ¡Joder!

- Nat...si es por lo de las pruebas... lo siento, no te lo dije porque vi tu cara cuando lo insinué, Germán estaba muy insistente, y pensé que no hacía daño a nadie por presentarme. Él quedaría bien y yo... sabría si me consideran preparada emocionalmente para regresar allí.

- A mí sí. A mí sí me hacías daño.

- Cariño... ¿crees que no sé cómo te importaba? por eso pensé que tú no tenías porqué enterarte. Solo las hacía por eso, y ya está, solo te haría daño si eso significase que iba a marcharme, pero yo quiero estar a tu lado, ¡siempre!

- ¡Mientes! – exclamó con fuerza y más suave – sé que mientes. Sé que me dices que vas a trabajar y no es cierto, que vas con tu madre al médico y tampoco lo es... y un colgante no justifica todo un día faltando a tus obligaciones.

- Cariño, ¿quién te ha contado todo eso? porque quien sea, solo pretende que nos enfademos, y yo no lo voy a permitir. Dentro de nada es Navidad, ¿recuerdas que tenemos un viaje pendiente? ese día también fui a confirmar las reservas y a... buscar algo para esos días, para... sorprenderte.

- No quiero sorpresas, no quiero nada. No merezco nada – negó con la cabeza recordando las fotos de Ana y Juanito - Solo quiero que me dejéis todos en paz, estoy harta de escuchar a todo el mundo ¿qué queréis de mí? ¿hundirme? ¡pues bingo! ¡habéis dado de pleno!

- Cariño...

- ¿Te quieres largar ya? – saltó Natalia.

- No – se negó con rotundidad – No voy a dejar que te quedes aquí, revolcándote en tus culpas. Si lo que pretendes tratándome a sí es que me aleje de ti no lo vas a conseguir. Reacciona de una vez y deja de sentirte culpable por todo. ¡Deja de hacerte la víctima!

La ClínicaWhere stories live. Discover now