Capítulo 139

387 21 31
                                    


María sustituyó a Adela en el cuidado de su hija. Natalia se mantenía tranquila y continuaba durmiendo, cuando Isabel entró en el dormitorio acompañada de Vero.

- ¿Cómo sigue? – Isabel apenas bajó a voz y la pediatra se removió en la cama.

- Hace media hora que duerme – susurró María.

- Debo hablar con ella. Adela me ha comunicado que ha comenzado a recordar.

- ¿Qué hace ella aquí? – María mostró su desagrado ante la presencia de la psiquiatra.

- Nat necesita mi ayuda – Vero habló con calma – si recuerda el accidente lo revivirá como si no hubiese pasado el tiempo y yo sé cómo tratarla para que no sufra.

María frunció el ceño pero no replicó ante la contundencia de sus palabras.

- Señora Lacunza, despiértela – le pidió Isabel – es muy importante que no perdamos más tiempo. Cualquier detalle puede ser crucial para mi investigación.

- No pienso hacer tal cosa. Por primera vez parece dormir menos agitada y...

- ¡Hágalo! O lo hago yo misma.

- No voy a consentirlo.

- Mamá, ¿qué pasa? – la voz de Natalia logró lo que parecía imposible que todas guardaran silencio y se volvieran hacia ella.

- Nada hija – acudió con prontitud a su lado.

- Nat – Isabel también se acercó – tengo entendido que querías hablar conmigo, que habías recordado...

- Sí – su voz sonó débil y su esfuerzo por incorporarse vano.

Vero acudió también junto a la cama y ayudó a María a acomodar a Natalia. La pediatra se quedó absorta mirando a Vero de tal forma que la psiquiatra acabó por sonrojarse.

- Nat... si no te sientes con fuerzas para hablar con ella... podemos hacerlo tú y yo solas y...

- De eso nada – María volvió a oponerse, con tanta vehemencia que Natalia captó que ocurría algo entre su madre y Verónica.

- Quiero hacerlo... mamá. No te preocupes. Estoy bien.

- Señora Lacunza, será mejor que salga y nos deje a solas con ella – Isabel le habló con autoridad y amabilidad a un tiempo, mientras la empuja con suavidad hacia la puerta – tranquila que solo serán unos minutos, confíe en mí.

A regañadientes tuvo que abandonar la habitación y resignarse a no escuchar aquella conversación, sin alcanzar a comprender cómo esa detective, que parecía no dejar de dar palos de ciego, se había presentado allí con Verónica después de haberla señalado con el dedo como principal sospechosa de todo lo que sucedía. Su propio marido así lo confirmaba. Ese detalle la puso sobre aviso y la hizo sentir tan intranquila que acudió a la cocina a beber un poco de agua. Cuando regresaba se encontró con Isabel que salía del dormitorio con cara de satisfacción.

- ¿Ha ido todo bien? ¿la ha dejado sola con esa...?

- Nat quería quedarse a solas con Verónica y ya le he dicho que confíe en mí. Su hija comienza a recordar mucho más de lo que me esperaba. Me ha servido de mucho hablar con ella, pero el hacerlo la inquieta tanto que Verónica está haciéndola recuperar la calma.

- ¿Y qué es eso que le ha servido de tanto?

- No puedo decírselo. Pero esté tranquila que lograré encontrar las pruebas necesarias para demostrar que su hija no mentía. Que no conducía el coche el día del accidente y que es una víctima en todo este entramado.

La ClínicaWhere stories live. Discover now