Capítulo 23

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Sonia, se despidió de Mónica y bajó del coche pasada la media noche. La tristeza que sentía se reflejaba en su rostro. Era consciente de que sería incapaz de pegar ojo, pero Fernando y Laura habían insistido en que se marchase del campamento a pesar de las instrucciones de Natalia.

La socióloga se había negado en un primer momento, deseaba por encima de todo no fallarle y una de las últimas indicaciones de la pediatra había sido que ella permaneciese allí, en el campamento. Pero, finalmente, se había dejado convencer y Mónica, la había acompañado. Primero a la clínica, donde encontraron a Claudia y Adela que se habían negado a marcharse a casa, dispuestas a pasar la noche con Natalia a pesar de que era Gimeno quien estaba de guardia. Ellas fueron quienes las habían puesto al corriente del estado y evolución de la pediatra. Luego, la había acompañado hasta su casa. La socióloga se detuvo un momento en el portal, viendo como Mónica desaparecía camino de nuevo del campamento y subió por las escaleras pensativa.

Al entrar y encender la luz dio un salto sobresaltada.

- ¡Dios mío! ¡Elton! ¡qué susto me has dado! – exclamó, con la mano puesta a la altura del corazón - ¿qué haces ahí sentado a oscuras?

- Te esperaba – le dijo apretando los labios en un gesto de disculpa.

- Te dije que no vendría.

- Pero... has venido – sonrió – quería saber cómo había ido todo y... si al final hubo mucho jaleo.

Sonia lo miró extrañada. Él se dio cuenta de su expresión y se apresuró a corregirse.

- En realidad... sé cómo ha ido, lo que a mí me interesa es cómo le ha ido a mi payita.

- Bien... me ha ido bien... - respondió con desgana - hemos realojado a todos los que no tienen derecho a vivienda... y... no ha habido más problemas – terminó de contarle escuetamente, no tenía ganas de hablar de aquello, solo podía pensar en Natalia.

- ¡Esa es mi niña! – exclamó besándola – ¿estás muy cansada? – le preguntó al verla tan distante, "si sabré yo lo que te pasa", no pudo evitar pensar - te he preparado algo de cenar. Ya sabes que no soy muy buen cocinero, pero...

- Gracias, cariño, pero... no tengo hambre.

- Uy... uy... y... esa carita ¿a qué viene?

- ¿En serio no te has enterado?

- ¿No me he enterado de qué? – preguntó con fingida inocencia cogiéndola de las manos y flexionando las rodillas dejó su cara a la altura de ella con una sonrisa.

- Han asaltado a Nat – dijo bajando los ojos, no quería que le viera las lágrimas que luego se enfadaba con ella por preocuparse siempre tanto por la pediatra.

- ¿Cómo que la han asaltado? – preguntó mostrando sorpresa y preocupación – pero... ¿está bien?

Sonia negó con la cabeza sin pronunciar palabra.

- Y... ¿tú cómo estás? – le preguntó levantándole la barbilla.

- Muerta de miedo por ella, no quiero ni imaginar que...

- No pienses en eso, mi niña – la abrazó – y... no tengas miedo, ¿por qué tienes tú miedo, eh? – le preguntó impostando un tono meloso.

- Le han dado una paliza que... - se le quebró la voz solo de pensar lo que le habían hecho.

- Pero, ¡qué me dices! ¿tan serio ha sido! te entendí que la habían asaltado... quiero decir... un robo... sin más – se explicó mostrando interés y preocupación.

La ClínicaWhere stories live. Discover now