Capítulo 101

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El día siguiente amaneció soleado, un bonito día de otoño que contribuyó a aumentar el ya buen humor de la pediatra que se había despertado contenta, a pesar de los efectos del tratamiento que la tuvieron molesta la primera mitad de la noche. La idea de comer con Alba y luego pasar todo el fin de semana con ella la tenía ilusionada y haciendo planes para sorprenderla.

Alba había llegado a la clínica con la misma ilusión y las mismas cosquillas en el estómago de los primeros días. La reconciliación con la pediatra y los planes para esos días la mantenían excitada y nerviosa. Llegó muy pronto con la idea de verla, pero Natalia no estaba aún en su despacho y tampoco en cafetería. Finalmente, y tras desayunar con Teresa y Cruz, tuvo que marcharse al campamento sin haber podido darle los buenos días y con un ligero pellizco en el estómago al pensar en la respuesta de Cruz cuando ella le hizo notar la ausencia de Natalia "durante unos días llegará algo más tarde", y en cómo había esquivado el resto de su interrogatorio al respecto "tiene cosas que hacer antes de pasar por aquí, papeleos y eso". No quiso insistir, pero algo le decía que no se trataba de papeleos. Sin darle más importancia se dijo que ya le preguntaría directamente a Natalia en cuanto la viese a la hora del almuerzo.

Las dos se pasaron la mañana trabajando. Alba junto a Adela continuaron con la campaña de vacunación de la gripe y atendieron un par de casos de pequeños con varicela, mucho se temían que se extendiese una epidemia entre los niños del poblado.

Por su parte Natalia esperaba terminar a la hora de comer, pero a medida que pasaban las horas y se le complicaba el día, comprendió que le sería imposible. No dejaba de recibir llamadas, entre ellas las de Adela, que en su intento de ayudar le acababa de fastidiar sus planes y la de su madre, que para variar terminó discutiendo con ella cuando le comunicó que no iría a Sevilla el fin de semana. Además, tuvo que enfrentarse a un problema con el suministro de oxígeno medicinal y se dio cuenta de que le sería imposible ir al campamento sin resolver ese problema. Resignada y temerosa se decidió a llamar a Alba.

La enfermera estaba a punto de entrar en la última chabola antes de cortar para comer cuando le sonó el móvil. Miró a Adela como pidiéndole permiso.

- Disculpa, tengo que... cogerlo.

- No tardes, que en esta hay tres críos.

Alba asintió y se alejó unos pasos de la chabola. Adela, en vez de entrar, como había hecho en otras ocasiones, permaneció aguardándola en la puerta.

- Dime Nat – le dijo en voz baja.

- Cariño... tengo que hablar contigo.

- Ahora no puedo, estoy trabajando, cuando vengas hablamos.

- Se trata de eso, no voy a poder comer contigo.

- ¡Pero Nat! – no podía creerlo, ¡ya empezaba de nuevo!

- Lo siento, es imposible te lo aseguro. Nos sabes la mañana que llevo.

- Bueno, pues... - suspiró, pero se decidió a ser comprensiva a fin de cuentas apenas tenían dos horas para comer - tendrás que compensarme, esta noche invitas tú al cine y a cenar y me cuentas.

- De eso se trata también, verás es que... esta noche...

- Nat estoy trabajando y Adela me está esperando – la interrumpió cortante imaginando lo que pretendía decirle y viendo como Adela la apremiaba para que cortase la conversación, no estaba dispuesta a que también cancelase la cita de la noche – esta noche hablamos.

- Cariño, ¡espera! esta noche tengo una cena.

- ¿Una cena? ¿así, de pronto? ¿por qué ayer no me dijiste nada de eso?

La ClínicaWhere stories live. Discover now