Capítulo 13

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Una vez fuera, vio a Natalia de espaldas a la chabola, sintió el deseo de encararse a ella y preguntarle por qué tenía que contar cosas de su vida a nadie, estaba segura de que había sido ella la que había hablado con María José. Estaba enfadada, Natalia podía ser amiga de aquella señora, pero no tenía derecho a hacer lo que había hecho, y ¿quién era María José para hablarle así a ella! ¿para meterse en su vida? Sintió el deseo de pedirle explicaciones por todo aquello y, también, deseaba saber quién le había dicho su apodo en Jinja. Se acercó a la pediatra por detrás decidida a reclamar todas esas respuestas. Pero cuando llegó a su altura y la miró, le pareció que lloraba. La imagen la paralizó y se olvidó de sus pretensiones, desde que había vuelto de Jinja, nunca la había visto así, ni siquiera se había percatado de su presencia.

- Nat – la llamó con suavidad - ¿qué te pasa? – preguntó posando su mano sobre el hombro de la pediatra.

- Nada – respondió con rapidez, esquivando su mirada y girando la cabeza hacia el lado contrario, avergonzada, estaba tan preocupada por Mara y por el hecho de que la hubiesen golpeado por su culpa que no la había escuchado acercarse - ¿habéis... terminado? – preguntó con la voz ligeramente nasal, indicándole a la enfermera que no se había equivocado en su apreciación.

- Si – le respondió mirándola de reojo, tentada a insistir y averiguar qué le ocurría, pero decidió no hacerlo, la conocía lo suficiente para saber que con su actitud esquiva le pedía que la dejase tranquila. Las palabras de María José resonaban aún en su cerebro, "ayúdala", lo cierto es que le gustaría poder hacerlo, pero ni sabía cómo ni se sentía capaz.

- Vamos, entonces – dijo la pediatra comenzando a cruzar la calle – se nos va a hacer tarde, y aún tengo que ver a Isabel, además, Claudia y Cruz me esperan en la clínica y... y tú y yo debemos firmar un contrato – continuó precipitadamente sin dejarla intervenir, recuperando la compostura.

- Nat... - intentó protestar sin que la escuchase, quería dejar claro que no pensaba firmar ningún contrato, al menos, ninguno como sus compañeros, parecía que a Natalia se le olvidaba continuamente aquel hecho, pero decidió callarse y hablar con ella tranquilamente en el despacho, estaba claro que la pediatra se encontraba alterada por algo y calibró que no era el momento más adecuado para tratar el tema. Además, parecía tan distraída que estaba cogiendo el camino contrario – Nat.... ¡espera! – le pidió corriendo tras ella - ¿no es mejor que vayamos por allí! creo que por este lado es más largo.

- Sí, lo es – afirmó – pero... quiero comprobar una cosa – respondió esquiva, mintiendo, en realidad lo que pretendía era rodear la calle en la que Mara le había dicho que esperaban aquellos dos chicos.

- Pero... habíamos quedado con Laura y Mónica allí – le recordó en tono de protesta.

- Si, tienes razón, verás es que... – dijo deteniendo la marcha, la miró a los ojos y entreabrió la boca para decir algo, estaba a punto de confesarle la verdad, necesitaba desahogarse, pero en el último segundo se arrepintió, no tenía derecho a mezclar a Alba en sus problemas. La enfermera la observaba esperando una respuesta, sorprendida ante la indecisión que mostraba – que creo... que... lo mejor es que vayas tú con ellas. Yo... me iré por allí, ¿te parece bien? - le propuso esperanzada en que la enfermera aceptase, no quería encontrarse con aquellos chicos y que Alba estuviese en medio, y menos después de lo que había leído en aquel informe y tampoco tenía ganas de charlar con ella por el camino, no se sentía con fuerzas de mantener una conversación intrascendente, además, temía que María José hubiese dicho algo que no debiera, en su afán por ayudarla, y que Alba estuviese molesta por ello. En realidad, estaba hecha un lío, tenía miedo a quedarse sola y al mismo tiempo, veía con alivio esa posibilidad.

La ClínicaWhere stories live. Discover now