Capitulo 170

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Chen Ziqi sintió que sus huesos se estaban derritiendo. El dolor era tan intenso que sentía que ya no tenía el control de su cuerpo y le costaba hablar.

—Dan Yi...— dijo con voz áspera.

—¿Hm?— Dan Yi se despertó de inmediato al escuchar la voz de Chen Ziqi. Chen Ziqi había dormido muy mal estos últimos días, y Dan Yi tampoco se atrevía a dormir demasiado, en caso de que Chen Ziqi necesitara su ayuda en medio de la noche. —¿Te duele otra vez?— preguntó. Extendió la mano y tiró de Chen Ziqi a sus brazos, transfiriendo lo que su energía había logrado generar en él.

Habían terminado de cultivar el octavo verso, pero la condición de Chen Ziqi no había mejorado. Yacía sin vida en los brazos de Dan Yi, sintiendo una profunda sensación de fatiga y desesperación.

Los largos períodos de dolor tenían el efecto de acabar con las ganas de vivir, y Chen Ziqi siempre había tenido un miedo particular al dolor, incluso cuando era niño. Llevaba medio mes sufriendo y estaba en su límite. Sentía que no podía aguantar mucho más.

—Dan Yi, creo... Creo que no podré continuar...— dijo Chen Ziqi, enterrando su rostro en el pecho de Dan Yi, respirando el aroma de Dan Yi con avidez. El olor verde de los árboles de Wutong que Dan Yi siempre emanaba de alguna manera parecía poder ahuyentar todas sus preocupaciones.

—No digas tonterías—dijo Dan Yi, frunciendo el ceño mientras abrazaba a Chen Ziqi con más fuerza. —Papá ya fue a buscar el noveno verso. Volverá muy pronto.

Los fénix podían volar mil li en una sola noche. Mientras el padre Dan pudiera encontrar al abuelo Dan, todo iría bien.

—Cuando era pequeño, solo era un pequeño gamberro en la ciudad de Jiuru. El año en que cumplí seis años, había un discípulo directo de la secta Jingang a quien le gustaba mi madre, y el jefe de la aldea trató de arreglar su matrimonio. Cuando mi tío escuchó que habría muchos regalos y dinero al aceptar esto, él también estuvo de acuerdo. Fui a la ciudad, encontré una daga y estaba preparado para matar a esa escoria y luego a mí mismo...— dijo Chen Ziqi suave y lentamente, contando su pasado mientras yacía sobre el pecho de Dan Yi.

Dan Yi escuchó en silencio, acariciando la espalda de Chen Ziqi de manera reconfortante. Su Qiqi nunca le había contado todo esto antes. Estos eran probablemente los recuerdos que no quería volver a visitar nunca más, y los había enterrado en lo profundo de su corazón. —¿Quién es ese? Haré que mi gente lo mate.

—No hay necesidad. No lo maté, lo que también significaba que también logré salvar mi propia vida. Si el carruaje de caballos imperial no se hubiera detenido en las tierras de cultivo ese día, ni siquiera habría visto mi séptimo cumpleaños— dijo Chen Ziqi, estirando el cuello hacia atrás para mirar a Dan Yi. Sus brillantes ojos de flor de durazno se levantaron ligeramente en las esquinas, y su amor por Dan Yi era evidente. —En ese momento, ya me habías salvado la vida, aunque no lo sabías.

Si el pajarito rojo no se hubiera negado a elegir a un solo príncipe en el Pabellón Zhanghua, el Emperador anterior tampoco habría enviado un carruaje a ese pobre pueblo en el que se encontraba para escoltarlo al Palacio Imperial.

—Entonces, ¿Eso significa que te estás entregando a mí?— Dijo Dan Yi, inclinándose para besar las esquinas ligeramente rosadas de los ojos de Chen Ziqi.

—Hm...— Chen Ziqi parpadeó hacia Dan Yi, y las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos.

Realmente, realmente, realmente le gustaba Dan Yi. Cuando se juntaron cuando él tenía catorce años, siempre se había preguntado por qué alguien tan fuerte, poderoso y atractivo estaría junto a un pequeño gamberro como él. ¿Qué derecho tenía él a ser amado por esta persona? Cada día que estaban juntos, le gustaba mucho más. —Lo lamento ahora.

DURAZNOI HANTAOWhere stories live. Discover now