9. El diario de James

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Los días pasaron. Aún hacía frío en ese enero que parecía no tenerle piedad a nadie. Mucho menos a mí. Pero yo no necesitaba eso, era perfectamente capaz de salir de cualquier problema sin ayuda. Stefan por otro lado, de verdad se veía mal y eso que sólo llevaba algunos días ignorándolo por completo. Cualquiera diría que su cara era la misma de siempre pero yo lo conocía tanto que podía decir sin temer a equivocarme que se encontraba totalmente agobiado por mi desprecio. No sólo el mío. Bran y Rocky lo trataban igual. Eso parecía soportable porque Clint y Jack estaban ahí. Ambos sí interactuaban con él aunque fuera un poco. Lo peor para Stefan debían ser esos momentos en donde estábamos solos, cuando debía llevarme a casa y yo no lo miraba siquiera. O cuando nos encontrábamos en el salón de clases y yo pretendía que él no existía. Debía ser raro estar rodeado de personas y no poder hablarle a la única que te interesa ahí porque te odia.

Quería que se sintiera tan culpable que ese sentimiento lo consumiera lentamente... hasta que ya no supiera qué hacer. Eso me intrigaba bastante. ¿Qué podría llegar a hacer Stefan en un momento desesperado?
Tal vez lo descubriría pronto porque se le acabó la suerte: Clint anunció que se iría por unos días. Naturalmente se llevaría a Jack. Puse cara de preocupación pero por dentro sonreí.

Esa misma tarde fuimos al gimnasio. Rocky estaba practicando para su próxima pelea. Jack no quería ayudarlo pero sí le dio algunos consejos. Bran se veía muy emocionado por eso. Clint me indicó que lo acompañara al almacén. Lo seguí. Ya adentro, cerré la puerta. Se acercó a mí y me besó.
Desde que habíamos vuelto a la escuela él y yo solamente tuvimos sexo una vez, cuando fuimos al club en la habitación que era únicamente suya. Realmente no fue algo memorable porque él tenía prisa y no se tomó su tiempo como la vez anterior. Yo no quería tener que hacer eso en el sofá de ese lugar pero tuve que aceptarlo. No fue muy cómodo pero sí bastante excitante. Sabía que afuera de esa puerta habían un montón de personas. De alguna forma eso era muy estimulante. Ambos nos venimos muy rápido.
Pero desde entonces no hicimos más porque él se encontraba muy ocupado.
Pero en ese momento parecía tener tiempo.

Aunque sólo habíamos tenido sexo dos veces, yo ya sabía un par de cosas acerca de Clint. Le gustaba mi voz cuando gemía. Lo sabía porque solía acercarse bastante a mi cara, algunas veces para besarme pero otras simplemente para que gimiera en su oído. Le gustaba empezar lentamente para después subir el ritmo. Pero aunque podía ponerse muy intenso, yo presentía que aún estaba conteniéndose. Eso me frustraba un poco. Yo sentía que podía con todo, con cualquier cosa que pudiera darme. Al menos eso me gustaba pensar.
Le encantaba besar mi cuello. Era lo que más besaba además de mis labios. Me acariciaba bastante, suavemente, como si pudiera lastimarme. Según Shelby, él no solía ser así de cuidadoso con nadie más antes. Pero principalmente, desde año nuevo no había buscado a ninguna mujer. Shelby casi podía jurarme eso. Ella era amiga de todas ahí y Clint solía buscar chicas antes algunas veces por semana. Pero desde que comenzó a acostarse conmigo no quería que se le acercaran siquiera. Pensé que era porque él creía que yo pensaba que estábamos saliendo y no quería lastimarme siendo infiel. Porque debía pensar que yo, un pobre chico inocente al que le quitó la virginidad, se deprimiría al saber que no era el único en su vida. O tal vez, sólo quizá, él estaba tan enamorado de mí que no necesitaba nada más. Si ese era el caso, necesitaba recompensarlo por amarme tanto.

Efectivamente no tenía mucho tiempo. Me quitó toda la ropa con prisa y hasta con desesperación. Hacía frío, sentí unas pequeñas ráfagas de aire erizar mi piel. Me besó y tocó por todas partes, como si pudiera dejar su esencia en todo mi cuerpo. Nuevamente me parecía muy excitante que los demás estuvieran del otro lado, que lo único que separara la verdad de lo que éramos y ellos fuera esa puerta. Además me encantaba la forma en la que me tocaba Clint. Como si de verdad me quisiera. Como si besarme lo hiciera sentir bien.
Entró en mí fácilmente (y con ayuda de un poco de lubricante desde luego), comenzó a moverse y yo sentía que iba a volverme loco. Se sentía demasiado bien, como si fuera suficiente placer y a la vez no. En ese momento solía dejar mis brazos a mi costado porque no sabía qué hacer con ellos, todo mi cuerpo solía ponerse a temblar de inquietud y placer así que me concentraba en no perder la cabeza, pero en ese instante quise darle una pequeña recompensa. Así que lentamente toqué sus brazos mientras él me penetraba suavemente. En realidad me sostuve de sus brazos con mis manos, eso fue todo. Un simple gesto. Pero fue suficiente. Lo notó cuando lo hice. Incluso se detuvo y me preguntó con mucho trabajo si me estaba lastimando. Le dije que no, también con mucha dificultad porque no quería correrme antes de tiempo. Entonces él siguió en lo suyo y yo me concentré en tratar de controlar el sonido de mi voz. Lo hice con éxito, mis gemidos fueron sólo para él.
Ya después me arrepentí de no sugerir usar condón. Porque se repitió. Al parecer mi pequeño gesto sí fue una recompensa bien aceptada.

Rupturas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora