94. El diario de Alex Harper (hablando con Katherine)

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Tal y como lo predije, lo primero que pasó entre Neil y yo una vez que estuvimos solos en su departamento fue que tuvimos sexo. Para hacerlo peor, lo hicimos dos veces. Todo eso me causaba mucho conflicto. Estaba pensándolo detenidamente mientras me encontraba a su lado en su cama cubierto con una sábana cuando él me habló.

— Esto ya se está saliendo de control, ¿No?— me dijo.
— Lo sé, no podemos tener sexo cada vez que nos encontremos, no me malinterpretes porque es delicioso pero al menos deberíamos ponernos al corriente con nuestras vidas antes de querer quitarnos la ropa.
— Es cierto. No pude preguntarte siquiera cómo te encontrabas.
— Podrías hacerlo ahora— dije.
— Ya no es lo mismo. Sé que estas bien. Muy bien de hecho.
— ¿Qué significa eso?— dije entre risas.
— Pues que si estuvieras mal nada hubiera pasado entre nosotros.
— Te equivocas— le dije—. Esa vez cuando me enfermé no me sentía muy bien pero definitivamente hubiera podido tener sexo contigo. Nada me detiene en ese aspecto.
— Es porque ya te sentías mejor— dijo—. De estar mal no pensarías en eso siquiera.
— Cuando estabas enfermo, ¿Pensabas en mí?
— Sí porque me preocupabas. Pero no pensaba en ninguna otra cosa más que no fuera tu bienestar.
— Qué considerado— dije—. Ahora me siento mal. Yo sí pensaba en cosas raras cuando estabas enfermo.
— ¿Por qué?— dijo.
— Porque estoy muy enamorado— dije—. Obviamente por eso. No podría ser por otra razón.

Se cubrió la cara con las sábanas.

— Neil, ya es muy tarde para avergonzarse— dije.
— No puedo evitarlo, así que deja de decir que me amas de la nada.
— Está bien, para la próxima tú lo dirás... espera, ¿Qué hacías antes de que yo llegara aquí?
— Escribía— dijo.
— ¿Otro de esos libros complicados que yo no entendería aún si me hicieran un transplante de cerebro?
— No realmente— dijo—. Yo cumplía con mi parte de nuestra apuesta.

Se descubrió la cara. Lo miré maravillado.

— ¿Entonces ya escribiste una parte de tu novela?— dije feliz—, ¿Puedo leerla?
— ¡No, para nada!— dijo apenado—, ¡Es malísima!
— Apuesto a que no debe estar tan mal— dije—. Deja que la lea.
— No puedo, si le das una mala crítica me voy a desanimar mucho.
— Ya escribes libros, debes estar acostumbrado a que te corrijan— dije.
— Te equivocas, mi editor rara vez hace correcciones— dijo—. Y si debe acomodar algo son algunas palabras o detalles mínimos.
— Si eres así con tus libros de psiquiatría apuesto a que tu novela debe ser muy buena. Además creí que querías escribir una historia simple.
— Pues sí pero aún si es simple podría ser una mala historia— dijo.
— Yo juzgaré eso— dije—. Me gustan los libros de ficción. Tengo bastante experiencia leyendo todo tipo de cosas. Deja que le eche un vistazo.

No quería pero lo convencí. Prometí no ser tan cruel. Fui a cambiarme y luego él me mostró las páginas que llevaba en ese momento. No eran muchas pero me llevaría un tiempo leerlas.

— Deberías ir a comer el almuerzo que tu adorable hijo te cocinó con mucho amor— dije—. Mientras tanto yo leeré esto.
— Pero...
— Sólo hazlo. Ten más confianza en ti mismo, no puede ser tan malo.

Se fue aunque no quería. Yo puse toda mi atención a la historia. Tenía un buen comienzo. Era atrapante. Pero muy descriptivo. Demasiado. Tanto que por momentos se volvía aburrido. Él no mentía esa vez cuando dijo que podía ser específico describiendo cosas. Aún así era algo bueno. La historia no estaba mal. Y de alguna manera sentía que conocía a la protagonista.
Terminé de leer y fui a la cocina. Ahí estaba él. Me observó con inquietud.

— ¿Y bien?— me dijo.
— ¿Te gusta Stephen King?— le pregunté.
— Bastante— dijo.
— Se nota— dije—. Eres tan innecesariamente descriptivo como él.
— No creo que nadie le haya dicho eso a Stephen King— dijo.
— Yo pienso que sí pero en su caso no hay tanto problema porque compensa sus aburridas descripciones con momentos increíbles e inquietantes...
— ¿Y yo no lo hago?
— No hasta ahora— dije—. Es comprensible porque la historia apenas está empezando pero créeme, si quieres describir hasta el último detalle de algo perderás la atención del lector. Es decir, de mí. Pero la historia es interesante. En cuanto a la protagonista siento que la he visto antes. Porque la conozco, debe estar en este momento trabajando muy duro en su cafetería.
— ¿Cómo sabes que me inspiré en Katherine para ese personaje?
— Porque físicamente se parece y hasta escribiste las mismas frases que ella dice. ¿Por qué Katherine?
— Creo que ella es muy inspiradora— dijo Neil—. Se ha equivocado mucho pero aún así busca la redención. Quería una protagonista que fuera real. Que no fuera perfecta. Y como conozco muy bien a Katherine porque le he dado terapia por mucho tiempo, decidí inspirarme no sólo en ella sino en su vida para crear a mi protagonista. ¿Te parece que es un mal personaje?
— No, de hecho es lo mejor que tiene tu novela— dije—. Excepto con sus habilidades para controlar el fuego porque a Katherine le pasó justo lo contrario. Zac me contó que ha incendiado muchas cosas.
— De hecho por eso escogí ese poder para ella. Porque en la vida real se le da faltal— dijo Neil de buen humor.

Rupturas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora