156. El diario de Alex Harper

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Dieron de alta a Zac en el hospital. Lo llevamos a casa. Y por primera vez en muchos días, me sentía increíblemente feliz. Como si nada más pudiera suceder. Como si fuera el final de un libro que terminó perfectamente. Pero no era el final, era el comienzo de mi historia con Neil. Y no podía creer lo genial que se sentía. Llegamos al departamento de Will. La idea era hacer que Zac descansara así que lo llevamos a la cama. La doctora Hermes dijo que podría comer algunas cosas pero aún era pronto porque nos contó que se sentía un poco mareado. Aún así Jason dijo que iría a comprarle algo y salió.

— Me gustaría abrazarte para ayudarte a dormir— le dije mientras estaba al lado de la cama—. Pero creo que no soy tan bueno en eso como tú.
— Yo podría hacerlo— dijo Will.

Lo miré. No, no quería dejarlo con él. Y era estúpido porque Will era mi hermano y su prometido. Pero de alguna manera sentía que no quería que lo tocara. Entendí qué pasaba. Las cosas habían cambiado. Yo era la pareja de Neil. Y como hacíamos todo juntos, inevitablemente empecé a ver a Zac como él lo hacía: su adorable hijito. Así que me sentía increíblemente celoso. Era raro ese sentimiento.

— Pero no hagas nada raro— le dije.

Salí de ahí porque de otra forma no iba a dejar que Zac durmiera. Neil estaba en el sofá revisando la receta y checando algunas medicinas. Me senté a su lado. Tomé un frasco.

— ¿Estás vitaminas tiene forma de dinosaurio?— dije mientras lo abría.
— Se supone que son para niños. Para que les guste comérselas— dijo Neil—. Pero la doctora Hermes consideró que esa era la dosis adecuada de esa vitamina para Zac.
— Qué lindo— dije—. Muy lindo. Quiero ir con él. Su carita está roja porque lloró y tiene vitaminas de dinosaurio, no puedo dejarlo en las pervertidas manos de mi hermano.
— ¿Qué?— dijo Neil.
— Es que yo... creo que no sirvo para ser padre— dije—. Estoy muy preocupado.
— Los buenos padres a menudo se preocupan mucho— dijo.

Entonces la puerta se abrió de golpe. Era Katherine.

— ¿Dónde está Zac?— dijo angustiada—, ¿Se encuentra bien? ¿Está sufriendo?
— Te lo dije— agregó Neil.
— Sí, usualmente tienes razón— le dije.
— Le traje sopa— dijo ella—. Pero no es tan buena como la que él cocina. La hizo el sujeto que cocina en mi cafetería.
— No puede comerla por ahora porque podría vomitarla— le dijo Neil—. Además está tratando de dormir así que no deberías hacer ruido.
— De acuerdo— dijo ella.

Neil trató de explicarle lo que pasaba. Los observé. Eran buenos padres. Pero de verdad. El profesor Charles apareció. Al parecer había llegado con Katherine pero se quedó a estacionar el auto. Se acercó a los demás. Decidí ir a poner la sopa que Katherine llevó en otro recipiente por si Zac se despertaba con hambre y debíamos calentarla. Miré los panqueques que sobraron en la mesa y todo el desatre que había ahí. Decidí limpiar un poco. Cuando terminé y salí de la cocina, Jason estaba con los demás mirando la receta. En ese momento llamaron a la puerta. Eran Ben y el profesor. Éste último se veía bastante preocupado.

— ¿Cómo está Zac?— dijo agitado.
— Duerme— dije—. Así que sean silenciosos.
— De acuerdo— susurró Ben.

Entraron. Me pareció muy curioso todo eso. El profesor Louis se volvió hermano de Zac involuntariamente pero ahí estaba, muy preocupado porque lo quería genuinamente. Zac tenía la habilidad de hacer que todo el mundo lo quisiera. Aunque él decía que no siempre fue así. Cambió. Como yo. Y fue para bien porque nos rodeaban personas maravillosas.

— Iré a ver si Zac sigue dormido— dije.
— Voy contigo— dijo el profesor Louis.

Abrimos lentamente la puerta porque no íbamos a golpearla, haría ruido. Me asomé. Entonces vi que Will estaba besando a Zac.
Y al parecer mi lado paternal que no sabía que existía explotó.

Rupturas de PasilloWhere stories live. Discover now