112. El diario de Laura (en un raro San Valentín)

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Zac no era el único con la fiebre de San Valentín. Todos en la escuela la tenían. Por suerte yo decidí prescindir del estrés que me podría causar organizar el correo de cupido y dejé que el resto del consejo estudiantil se encargara. Además Lindsey, la secretaría del consejo, se ofreció para la tarea.
Así que yo pude respirar un poco y enfocarme en el verdadero reto que tendría ese día: sobrevivir a Madie. No habíamos hablado desde lo que pasó esa vez pero no podríamos evitarlo en la reunión que Will organizó para esa noche. Jason dijo que en frente de otros ella era completamente razonable. Pero no cuando él trataba de hablarle. Lo intentó repetidas veces después de nuestro incidente pero ella no quiso escucharlo.

Traté de no pensar en eso mucho por que sólo me estresaría. Sin embargo no lo logré. Para el receso mientras estaba en el salón del consejo estudiantil, me encontraba muy angustiada por eso. Entonces llegó Lindsey para sacarme de mis pensamientos. Tenía muchas cosas en una bolsa gigante.

— ¿Es todo lo que se juntó por el correo de cupido?— le pregunté.
— Ya quisiera— dijo ella—. No, todo esto le pertenece a una sola persona.
— ¿Esto es sólo para alguien?— dije muy sorprendida.
— James es increíblemente popular— dijo ella—. Apuesto a que además de esto le seguirán enviando más cosas. Iré a entregarlas.
— Yo lo hago— dije—. Tú encárgate de lo demás.

Tomé esa bolsa gigante, la cargué mientras me sentía como Santa Claus y recorrí los pasillos buscando a James. No estaba en la fuente y tampoco en la cafetería. Curiosamente lo encontré en el jardín. Bran estaba atándole un cordón a su zapato deportivo (que por cierto iba en contra del reglamento) mientras Stefan lo cargaba. Me quedé mirando la escena atónita. Me recordó a uno de esos reyes que tenía sirvientes que hacían todo por ellos.

— Rey James— le dije—, ¿Te interrumpo?

Todos me observaron. James me sonrío.

— Hola— dijo—, ¿Qué es eso que estás cargando? Se ve pesado.

Stefan se inclinó para que él pudiera bajar. Se acercó a mí.

— Lo llevaremos por ti— me dijo.
— Es decir, le dirás a alguno de ellos que lo lleve— le dije.
— Les gusta ayudar— dijo.
— Definitivamente— dijo Bran mientras se acercaba a mí—. Así que si me permites, llevaré esa bolsa por ti.
— No es necesario— dije—. De hecho es para James.
— ¿Para mí?— dijo él.
— Es correo de cupido— dije—. Se ha juntado todo esto para ti.

Le entregué la bolsa. La abrió.

— Son muchas cosas— dijo él—. De gente desconocida.
— Tienes muchos admiradores— le dije—. Hace que mi pequeño obsequio se vea bastante insignificante.
— ¿También me regalaste algo?— dijo él—, ¿Por qué? Pensé que yo sólo era un problema para ti. ¿Dónde está? ¿Lo pusiste aquí entre todas estas otras cosas que no me interesan?

Comenzó a revolver las cajas de chocolates y las tarjetas en la bolsa buscando mi nombre en alguna.

— No, quería dártelo en persona— dije—. Y sí, me causas muchos problemas. Sería lindo si pudieras controlarte un poco.
— ¿Qué es?— dijo feliz—, ¡Dame, yo quiero!

Tomé una pequeña cajita del bolsillo de mi abrigo. Se la ofrecí. La tomó. La abrió. Bran y Stefan miraron.

— Es un anillo— dijo James mientras lo tomaba de su cajita.
— Pensé que te hacía falta uno— dije—. Porque ya tienes pendientes y una cadenita. No es la gran cosa pero...
— ¡Lo amo!— dijo, se lo acomodó en el dedo.

Después me abrazó.

— Gracias— dijo.
— De nada— dije—. Y feliz cumpleaños.
— No me lo recuerdes, me hace sentir viejo— dijo.

Rupturas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora