173. El diario de Alex Harper (y su fuerza)

39 11 29
                                    

Ver a Jimi así era doloroso. Rompía mi corazón. Desde que regresé a ese hospital por él mi corazón ya había sido destrozado varias veces. Porque verlo sufrir era como una puñalada. Sobre todo después de haberse visto tan feliz con nosotros. Pero se puso mal y no pudimos hacer nada por él. Sólo ver cómo médicos y enfermeras entraban y salían de su habitación rápidamente, como si algo grave pasara. Cuando por fin todo parecía bien, la doctora Hermes nos dijo que no nos preocupáramos. Demasiado tarde, ya estábamos terriblemente angustiados. Los padres de Jimi volvieron y descubrieron lo que pasó. Hicieron muchas preguntas. Pero yo no podía concentrarme bien. Mi mente divagaba mucho. Se perdía a veces. Trataba de enfocarme por Zac que se veía muy afectado pero la verdad era que no podía. Esa situación me había superado por completo. No sabía qué hacer o qué decir. Simplemente tomé a Zac de la mano y nos quedamos así, como si pudiéramos rompernos si nos soltábamos.
Pensé que quizá el señor Benette sí sabría qué decir. En cambio yo sólo quería llorar.

— No puede ser él, es un error— le dijo Laura al agente Campbell.
— Jimi dijo que le rompieron el brazo hace unos meses— dijo él—. En la autopsia este cadáver tenía señas de que eso le pasó. Y el abrigo fue plenamente identificado. No se puede descartar.
— Pero él era un chico amable— dijo Laura muy triste—. No lo entiendo... ¿Paul ya no existe?

Jason se acercó a ella y la apartó de ahí. La llevó a sentarse a una banca. Yo me quedé de pie mirando a Zac. Parecía estar perdido en sus pensamientos. Entonces apareció Will. Y me sentí mejor. Zac lo vio, corrió a él y lo abrazó. Simplemente al verlo así me sentí mucho mejor. Pero aún así tenía un nudo en la garganta. Entendía cómo debía estarse sintiendo Jimi. Perder a alguien era horrible. Y más de esa forma.

— ... tranquilo, todo estará bien— le dijo Will.

Verlos así fue reconfortante pero seguía sintiéndome mal. Había cierta inquietud en mi interior que no se iba. No lograba dejar de estar preocupado. Aún cuando Jimi dormiría el resto de la tarde.
Traté de mantenerme optimista. Debía serlo por Zac. Tenía que cuidarlo.
Lucille apareció en algún momento.

— Perdón pero no podía venir antes— dijo ella—. En la escuela todo es un caos. La policía se la pasó interrogando personas. A mí me hicieron dar mi declaración tres veces y eso que no sé nada. Descubrí hace poco que al parecer estuve en peligro mortal por meses.
— Jimi nos protegió— dijo Laura muy triste—. Ahora él está mal.

Lucille parecía preocupada. George no pudo ir pero fue de mucha ayuda. Reportó el incidente como “un operativo de la policía en coordinación con otras instituciones para detener a una banda criminal” y no dio más detalles. Los demás medios simplemente replicaron la noticia y fue todo. No habían nombres o algo incriminatorio para Jimi. Pronto se olvidarían de eso. Yo deseaba que Jimi pudiera hacerlo también. Pero parecía imposible. Había perdido a un amigo. Tendría suerte si lograba recuperarse de eso.

— Ya es tarde, deberían ir a casa— dijo Lucille—. Se ven cansados.
— Estamos bien— dijo Laura—. Yo tengo permiso de mis padres para quedarme con Madie. Pero debo volver mañana. Me quedaré aquí hasta entonces.
— Necesitas dormir— dijo ella—. Tú y todos. Así que irán a sus casas. Ahora. Es una orden.
— Sí, debes ir— le dijo Will a Zac—. Nosotros los reemplazaremos aquí. Si sucede algo les diremos.

Zac no quería irse. Pero debía. Así que Ben fue por todos nosotros. Al parecer el profesor Louis estaba preocupado por Zac y deseaba poder cuidarlo personalmente. Como Katherine y el profesor Charles estarían ahí, me pareció lo mejor para Zac. Nos dejaron en el edificio. Nos despedimos de Ben y Zac. Los observamos irse.

— Zac va a estar bien— dijo Jason—. O eso espero.

Entendía por qué le preocupaba. Nada se sentía bien de hecho. Pero no había mucho por hacer. Fui al departamento de Neil. No me gustaba el silencio. Me había acostumbrado tanto a verlo ahí porque nunca salía que la soledad me resultó muy abrumadora.
Tomé un baño, comí algo y traté de dormir. No lo logré. Decidí cambiarme y estirar mis músculos al menos un poco. Estaba tratando de meterme en eso cuando comenzó a sonar mi teléfono. Lo tomé rápidamente. Era el señor Benette.

Rupturas de PasilloWhere stories live. Discover now