28. El diario de Alex Harper (y Neil)

59 15 36
                                    

Al principio sólo sus labios tocaron los míos superficialmente. Me quedé unos segundos paralizado sin saber qué hacer. Hasta dejé de respirar por la impresión. Entonces mi cerebro entendió lo que pasaba y mi corazón se llenó de dolor. Dijo que no podía quedarse pero ahí estaba, haciendo todo lo contrario. ¿Qué era eso, un beso de despedida? Probablemente. Y no necesitaba que me besara por lástima pero aún así no me aparté. Me sentía tan herido y vulnerable que pensé que si era el final, al menos me merecía un beso. Entonces lo dejaría ir.
Así que lentamente me abracé a su cuello, separé mis labios, lo atraje más hacia mí y lo besé como si fuera la última vez que lo vería en toda mi vida.

Fue como si se hubiera detenido el tiempo. Como si algo explotara en mi boca. Sentí ese beso hasta en el último rincón de mi cuerpo. Estábamos tan cerca y él abrazaba mi cintura como si no quisiera dejarme ir así que comencé a sentir mucha inquietud. Como si algo más debiera pasar y eso que apenas entendía qué sucedía. Me dejé llevar totalmente por la situación. Lo besé como si mi vida dependiera de ello, como si estuviera desesperado, como si pudiera resumir todo nuestro tiempo juntos en algo así. Cerré los ojos y sentí, fue todo lo que hice además de tratar de no caerme porque me temblaban las piernas.

Entonces escuchamos la voz de Zac.

— ¿Puedo pasar?— dijo desde afuera, Neil y yo nos separamos abruptamente, él entró y nos observó—, no quería interrumpir pero necesito mi teléfono que está cargando aquí y...

Nos miró como si nos analizara. Yo estaba ahí físicamente pero realmente mi mente seguía envuelta en la mágica sensación que fue ese beso.

— ¿Ocurre algo?— nos dijo.

Nadie dijo nada. Zac parecía confundido.

— ¿Están bien?— preguntó.
— ¿Eh?— dije tratando de obligar a mi cerebro a trabajar.
— ¿Qué les pasa? Parecen... confundidos— dijo Zac.
— ¿Qué?— dijo Neil.

Al parecer todo eso fue suficiente para nuestras mentes.

— Creo que me iré— dije y de verdad estaba por salir cuando Zac me detuvo.
— ¿A dónde vas?— me dijo—, tú te quedarás aquí, ¿No?

Cierto, era su habitación. Olvidé donde estaba. Así de bueno había sido ese beso.

— Yo sí me iré— dijo Neil.

Caminó a la puerta. Después intentó cerrarla para el otro lado. Zac le dijo cómo era. Luego Neil salió.

— Qué raro— dijo Zac—. Neil ha estado muchas veces aquí, ¿Cómo se le pudo olvidar para dónde se cierra la puerta?
— ¿Eh?— dije.

Él me observó consternado.

— De acuerdo, algo pasó aquí— dijo Zac—. Los dos se ven desorientados y hasta me atrevería a decir que más torpes de lo normal.
— No... nada— dije—, ¿Qué querías?
— Mi teléfono, ya te lo dije— dijo.
— Ah, cierto... tú teléfono... el que siempre usas... ese...
— Alex, me estás asustando— dijo él preocupado—, ¿Estás bien? ¿Te sientes enfermo?

Puso su mano en mi frente.

— Tu cara está roja y caliente— dijo él pensativo—, no puede ser normal.

Will apareció. Se veía consternado.

— Neil acaba de irse y se veía muy perdido— dijo Will—, hasta tropezó con el sofá antes de salir...

Luego me observó. Se acercó preocupado.

— ¿Qué pasó? ¿Volvió la fiebre?— dijo él mientras tocaba mi frente.
— ¡Alex, resiste, te ayudaremos!— dijo Zac angustiado.

Rupturas de PasilloWhere stories live. Discover now