143. El diario de Alex Harper

48 8 32
                                    

Aunque le juré a Zac que me encontraba bien, él seguía sin creerlo. Me llamó muy angustiado los días siguientes para decirme que podía contar con él para cualquier cosa. Como pensaba que su padre me hizo llorar esa noche en la fiesta de la fundación, estaba muy preocupado. Para tranquilizarlo decidí ir a visitarlo. Fue bastante bueno porque cocinó para mí y hablamos de cosas. Pudo comprobar que yo me encontraba perfectamente.

— Como te irás a tu empleo, yo iré con Neil— le dije.
— De acuerdo— dijo—, trataré de estar aquí lo antes posible.

Lo despedí y después fui con Neil. Él estaba escribiendo algo.

— ¿Qué es?— dije mientras miraba la pantalla de su laptop.
— Me invitaron a colaborar en un artículo para una revista— dijo.
— Suena importante. ¿Puedo leerlo?
— Si quieres.

Lo intenté. No pasé del primer párrafo.

— Siento la necesidad de disculparme por ser tan estúpido— dije—. No entiendo nada.
— Obviamente. No eres psiquiatra.
— Podría ser uno si quisiera— dije.
— Sí podrías. Pero antes debes ser bailarín de ballet profesional.
— Lo dices porque mi ropa de ballet te gusta— le dije.

Se acercó y me sentó sobre sus piernas. Lo miré. Toqué su cabello. Amaba enredar mis dedos en él.

— En realidad me gusta más cuando no tienes nada de ropa— dijo.

Me reí.

— ¿Me está proponiendo algo, doctor Hayworth?— le dije.
— Eso parece— dijo de buen humor.
— Qué bien— dije—. Porque desde hace un rato empecé a sentir que nuestras ropas nos estorbaban.

Empezó a reírse. Amaba su risa. De hecho no había algo que no amara de él.

— Vamos a quitarlas— dijo.

Y pues eso pasó. Fuimos a su habitación y tuvimos sexo. Después mientras estaba recostado a su lado mirando la lámpara sobre su buró que seguía sin gustarme, se me ocurrió decirle si quería que fuéramos a visitar la clínica de mis padres.

— ¿Y tú quieres ir?— dijo.
— No mucho porque ya he estado ahí múltiples veces pero es algo que a ti te interesa así que deberías aceptar la invitación de mis padres.
— ¿Y tú irías conmigo?
— Me gustaría ir contigo pero realmente no es necesario. Tú solito puedes manejar bien a mis padres. No me necesitas para eso.
— Sí te necesito. Siempre te necesito de hecho— dijo.
— Sigue diciendo eso y un día de estos te voy a proponer matrimonio y no va a gustarte.
— ¿Por qué no me gustaría?
— Porque podría pedírtelo en algún momento inadecuado— dije—. Por ejemplo si me dices algo lindo cuando estamos en la bañera, yo podría pedirte que te casaras conmigo ahí. Y no sería romántico o agradable.
— Sería bastante original y lindo— dijo.
— Sería raro— dije—. Te mereces un momento perfecto.
— Yo creo que cualquier momento en donde estés tú ya es perfecto.
— Neil, deja se ser lindo o te pediré matrimonio ahora— dije.
— Adelante, hazlo.

Me reí.

— No hablas en serio— le dije—. Tú eres muy romántico, seguramente esperas algo increíble que obviamente no es que te pidan matrimonio en tu propia habitación después de tener sexo.
— En realidad antes sí idealizaba todo ese tipo de cosas. Pero ahora realmente creo que cualquier lugar es perfecto y romántico si estás tú ahí. Eres todo lo que quiero.
— Yo también pienso igual pero creo que te mereces una de esas cosas que tanto idealizabas. Algo como de película. Así que no aceptes menos.
— ¿Tú alguna vez te imaginaste ese tipo de cosas?
— No— dije—. Absolutamente nada. Porque imaginar algo haría que tuviera grandes expectativas y soy muy realista, sé que las cosas nunca son como las imaginamos. Hasta que apareciste tú. Y aunque sigo sin imaginarme cosas porque ese no es mi estilo, sí te imagino conmigo. Es todo lo que quiero.
— Pero deberías tener muchas expectativas sobre lo nuestro.
— Debería pero no soy muy romántico. Así que te dejaré esa parte a ti. Un día te pediré matrimonio y será tan cursi que te desmayarás.
— ¿Y por qué quieres ser tú el que me proponga matrimonio?
— ¿A qué te refieres?— dije.
— Quiero ser yo el que haga eso.
— Pero yo no tengo ninguna expectativa al respecto, tú sí. Quiero sorprenderte.
— ¿Significa que tú no te sorprenderías si te pido que te cases conmigo?
— Claro que sí— dije—. Incluso me desmayaría. Pero podría ser en cualquier momento y para mí estaría bien.
— ¿Incluso aquí, ahora mismo?
— Sí— dije—. Aunque no sé cómo debería reaccionar si fuera ahora porque necesito bañarme. Tengo semen por todas partes.
— Eso demuestra que no todos los momentos son oportunos.
— Por eso deberías dejar que yo sea el que te pida matrimonio. Lo de San Valentín salió bien, esto podría ser igual.

Rupturas de PasilloWhere stories live. Discover now