118. El diario de James (y sus 19 años)

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Ya era suyo pero aún así Clint me poseyó por completo esa noche ahí, en esa pequeña habitación, sobre ese sofá en donde apenas entraba mi cuerpo. No necesitaba más espacio para poder tomarme. Lo hizo dos veces. Yo me concentré en mirar la luz de la ciudad que se filtraba por la ventana. También conté un par de veces. Porque me excité la primera vez que entró en mí pero después sólo podía pensar en lo cansado que estaba. Y en lo mucho que deseaba tener a mi cabeza flotando en drogas. Me lamentaba por no haberle pedido a Bran nada. Así que usé el último recurso que me quedaba cuando algo era insoportable: contar. Lo hice mientras él salía de mi cuerpo y volvía a entrar rápidamente. Con fuerza. Había tomado mis piernas con firmeza. Definitivamente me dolería la espalda al día siguiente. Pero ya estaba acostumbrado al dolor.
Probablemente para cualquier persona era una estupidez no disfrutar del momento. Después de todo el que me tomaba era un hombre atractivo de voz seductora y cuerpo increíble. Sin embargo mi estado mental era tan malo que no podía hacer otra cosa más que contar. Cuando la cuenta llegó a 1276, sentí aquel líquido caliente invadiéndome. Lo detestaba. Deseaba que él usara condón al menos una vez. Mi consuelo era que ya había terminado.
Se vistió como pudo. Yo sólo quería dormir. Pensé que se iría a su fiesta y me dejaría ahí. Pero no. Me pidió que lo acompañara.

— ¿A dónde?— pregunté.
— Afuera.
— ¿A la fiesta?
— Tengo cosas por hacer ahí. Pero quiero poder tenerte cerca.

Era una mentira. Sólo quería que yo no volviera a escapar. Como si pudiera irme de esa fortaleza.
Se acercó a mí y acomodó mi cabello que quedó hecho un desastre. Después me ayudó a vestirme. Me atrevería a decir que eso lo excitó un poco. Porque lo hizo lentamente y aprovechó cada oportunidad que tuvo para tocar mi piel. Para mirarme como si quisiera besar cada centímetro de piel. Como si cada parte de mí fuera perfecta. Pensé que quizá me esforcé tanto por hacer que me amara que fue demasiado.
Luego salimos. Nos miraron. Pero fueron discretos. Stefan y Bran estaban ahí. Clint me dejó con ellos y se acercó a otras personas. Todos se veían increíbles. Muy elegantes.

— ¿Estás bien?— me preguntó Stefan.
— ¿Hay algún lugar donde pueda sentarme?— pregunté.

Stefan me guió a un sofá de estilo antiguo. Me senté. Tanto él como Bran no se fueron de ahí. No eran los únicos cuidándome. Dos sujetos enormes se encontraban en la puerta principal y me miraban de vez en cuando.

Se sentía todo eso muy irreal. Y necesitaba un baño. Era lo único en lo que podía pensar. En el líquido saliendo de mi cuerpo.

— Necesito ir a un baño— dije.
— Bien, te acompañaré— dijo Bran feliz. Tenía una copa en su mano.

Me llevó a un extremo del lugar. Noté que sólo tuve que moverme para que Clint pusiera sus ojos en mí. Eso me puso nervioso. Entré al lugar. Después fui adentro de uno de los baños individuales y traté de limpiar mi cuerpo lo mejor que pude. Me sentía asqueroso. Detestaba sentirme así. Traté de relajarme. Salí. Bran me esperaba frente al espejo. Se veía muy ebrio. Me acerqué a él.

— Necesito tomar algo— le dije—. Lo que sea.
— Clint no quiere que bebas. Además no tengo nada. Por eso estoy bebiendo.
— ¿Por qué no tienes nada? ¿Lo olvidaste?
— No sé qué pasó pero el sujeto que me lo vendía no ha podido darme nada. Sospecho que tiene que ver con Clint. Perdón majestad pero de verdad no hay nada. Aunque... conozco alguien que tal vez pueda traer un poco. Quizá quiera compartirlo con nosotros.

Tomó su teléfono. Escribió por un rato mientras yo me lavé las manos y la cara. Me limpié el exceso de agua con unos pañuelos que estaban ahí. Respiré profundamente. Miré mi cara en el espejo. Aún cuando mi cabello se veía bastante despeinado, me veía muy bien. Triste pero bien. Quizá eso era lo que amaba Clint de mí.

Rupturas de PasilloKde žijí příběhy. Začni objevovat