157. El diario de James

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Clint sólo tuvo que sostener mi rostro, mirarme fijamente y prometerme que no volvería a lastimarme para que yo lo perdonara. Así fue como seguimos adelante después de lo que pasó el otro día en aquella habitación dentro del club. Realmente no me quedaba otra opción, tenía que superar esa situación y seguir con mis planes.
Clint tendría una reunión importante en ciudad capital con unos socios y obviamente yo iría con él. Le pedí a Max varias dosis de polvito blanco, alisté mis cosas y me fui con el único propósito de matar a Clint. Porque aunque encontré una ventana para salir de esa habitación oscura donde me tenía encerrado, no la quería. Deseaba quedarme ahí y que él saliera de la única opción en la que la gente se iba en ese mundo: muriendo.

Así que no le dije a nadie sobre la otra opción que encontré. Ni siquiera a Boris, que armó una red de comunicación junto a Ned en la que sólo bastaba que yo escribiera un par de cosas para que llegaran a todos nuestros aliados sin riesgo de ser hackeados o descubiertos porque se borraría minutos después de ser recibido y sería imposible de rastrear. El mensaje que yo esperaba enviar era que el anterior rey estaba muerto y que había uno nuevo. Yo. Me merecía ser el nuevo rey. Haría un mejor trabajo. Pero sobre todo, quería deshacerme de él. Porque ya no lo soportaba. Cada vez que me golpeaba, que me gritaba, que me humillaba, una parte de mí moría. Como si drenara toda la energía que tenía mi cuerpo y me dejara sin nada. Y me costaba cada vez más recuperarme. Volverme a sentir como un rey.
No sabía si eran las drogas o las peleas constantes con desconocidos en las que me metía pero... me sentía muy enojado. Y triste. Una rara combinación de ambas. Pero sobre todo molesto. Odiaba tener que tratarlo bien. Odiaba tener que besarlo y hacerle creer que lo amaba. No era así. Yo no podía amarme a mí siquiera, mucho menos amaría a nadie más. Sobre todo siendo como él. Alguien que no sólo mataba gente por capricho, sino que también mató a su propio hermano justo por lo mismo que él quería hacer cuando me puso ese anillo en mi mano. Decidí volverme juez y mi veredicto era que merecía morir. Yo mismo lo haría.

Ya en ciudad capital hasta arriba de un gran edificio, miré por las ventanas transparentes y enormes todas las luces brillantes de aquel sitio. Era hermoso. Simplemente bellísimo. Esa sería mi habitación mientras estuviéramos ahí. No tuve mucho tiempo para apreciar la vista porque Clint tenía una reunión en un bar que se encontraba en el mismo edificio así que tuve que irme. Fuimos por el ascensor rodeados de los mismos sujetos enormes que solían acompañarlo a todas partes si alguno de los demás no estaba disponible. Llegamos al lugar. Clint me dejó en una mesa junto a sus hombres y se fue con alguien que estaba ahí. Yo sabía por qué: no quería que se repitiera lo de aquella vez con su socio. Qué hombre más celoso e inseguro. Me encontraba pensando en eso cuando una chica me preguntó si podía ofrecerme algo.
Los otros tipos se habían mantenido un poco distantes (porque Clint les prohibía acercarse a mí), pero al ver que me hablaban, se acercaron.

— ¿Puedo traerte algo?— preguntó ella.
— Una de esas cosas de color amarillo que beben esas personas de ahí— le señalé.
— Eso es bastante fuerte— dijo ella—, ¿Estás seguro?
— Tiene un color bonito. Seguro no está tan fuerte.

Le sonreí. Se sonrojó levemente y se retiró. Eso me pareció lindo. Me recordó a Gigi cada vez que yo le decía algo. Ella había sido muy útil como amiga. Como ya no tenía a Stefan cerca para sentirme acompañado, la usaba a ella. Además le mentía tan bien a mis padres que era increíble. Estaba muy enamorada de mí. Era muy conveniente. Así mamá se sentía más segura, si creía que yo pasaba algunas tardes en casa de ella y no siempre con mis amigos. Convencer a mamá de dejarme ir a ese viaje fue difícil pero papá me ayudó. Le dije que Clint visitaría a unos familiares. Sin embargo sabía que eso no funcionaría siempre. Ella hacía cada vez más preguntas y papá también estaba empezando a sospechar. Gigi no podría ayudarme siempre porque se cansaría de esperar mi amor y ya no sabía qué más decirle a los demás sobre Evan cuando me preguntaban. Se me agotaban las ideas. Como si no fueran suficientes preocupaciones, estaba seguro de que Alex o Lucille me delatarían en algún momento. Sin contar con que Gerald podría hacer algo o Scott descubrir alguna cosa. Pero la peor de todas esas preocupaciones y por lo tanto el riesgo más inminente era mi inestable prometido. Había veces donde me veía como si estuviera cansado de mí. Como si me detestara. Como si... quisiera hacerme daño.

Rupturas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora