189. El diario de James

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Pasé dos días más así. Iba a la escuela, me dedicaba a estudiar y manipulaba a Laura junto a Alex para que no tuvieran que estar tanto tiempo a mi lado. Me sentía miserable pero fingía estar bien para mis padres. Lucille iba a mi casa en las tardes para ayudarme a estudiar. Neil llamaba siempre para hablar conmigo. También Zac, Will y Jason. Yo les preocupaba y odiaba que así fuera. No quería ser una molestia.
El jueves en la tarde mientras iba a la cocina para buscar algo de beber, escuché que mamá hablaba por teléfono con alguien sobre dinero. Esperé a que terminara. Cuando dejó el teléfono, me miró.

- ¿Jimi?- dijo sorprendida-, ¿Desde hace cuanto que estás aquí?
- ¿Con quién hablabas?- dije.
- Con nadie, sólo...
- ¿Y por qué hablabas de dinero si no era nadie?

Me observó.

- Es qué...
- ¿Qué pasa?- dije.

Se sentó frente a la mesa. Yo tomé una silla y me senté también a su lado. Entonces me contó que hablaba con la tía Beatriz.

- ¿Y qué quería esa mujer desagradable?- dije.
- Solamente quería decirme que... no debo regresarle nada de dinero.
- ¿Qué dinero?

Y me contó mientras parecía muy nerviosa que todos mis gastos médicos y jurídicos los pagó la tía Beatriz.

- ¿Qué?- dije totalmente sorprendido.
- Tu padre no obtiene mucho de su pensión y lo sabes- me dijo ella-. Necesitábamos dinero y la única que podía darnos era la tía Beatriz.
- ¡Ella nos odia!- dije molesto.
- Es mi hermana- dijo.
- Por si ya lo olvidaste, déjame te recuerdo que ella y el tío Gregory apoyaron al abuelo cuando te desheredaron. Además ella odia que yo sea así.
- Lo sé pero...
- ¿Cómo pudiste aceptar su dinero?
- Jimi, tienes que entender que...
- ¡No debiste hacer eso!- dije muy molesto.
- Jimi, no me grites.
- ¡Entonces deja de hacer cosas estúpidas!- le dije muy enfadado.

Me miró muy sorprendida. Papá apareció.

- ¿Qué pasa?- dijo.
- ¿Cómo pudiste aceptar el dinero de la tía Beatriz?- le dije muy enojado-, ¡Ella te odia! ¡Ayudó a que desheredaran a mamá cuando se casó contigo!
- No teníamos otra opción- dijo-. A mí tampoco me gusta que les debamos dinero pero... lo pagaremos.
- Acaba de llamar- le dijo mi mamá-. Insiste en que no debemos pagarles.
- Lo haremos- dije-. Le devolveremos hasta la última moneda a esa vieja bruja.
- No hables así de tu tía- me dijo mamá molesta.
- Me odia- dije-. No veo por qué yo no debo odiarla.
- Tu tía nos ayudó cuando nadie más podía- dijo ella-. Cuando más la necesitábamos sin hacer preguntas. Deberías estar agradecido.
- Ella me dijo que me iría al infierno por ser gay- dije.
- Pero también te ayudó.
- No quería su ayuda- dije muy molesto.
- Teníamos muchas cosas por pagar- dijo ella-. Debía pagarle al abogado o tú irías a prisión.
- ¡Hubiera preferido ir a prisión que deberle dinero a esa mujer!- dije muy enojado, después me giré y me fui a mi habitación.

Odiaba a la tía Beatriz. Era tanto mi malestar que me puse a golpear a Virgi. Fue muy efectivo porque me sentí un poco mejor. Pero seguía pensando en ella. Mi mamá era la hija menor de una familia muy adinerada. Un día en un evento de la milicia, ella y papá se conocieron. Y aunque él era un militar condecorado, el abuelo no lo aceptó. Amenazó a mamá con desheredarla si seguía con papá. Pero no se dejaron. Se casaron. El abuelo cumplió lo que prometió. Lo apoyaron los tíos. Mamá se quedó con nada. Realmente a mí eso nunca me interesó porque no era ambicioso. Tampoco mamá. Teníamos lo suficiente para vivir. Éramos felices así. Hasta que la tía Beatriz apareció un día con el pretexto de conocerme. Mamá la dejó. Sólo venía a criticar y cuando supo lo de mi sexualidad, me condenó inmediatamente. No me tuvo compasión siquiera. No me sorprendía, esa señora no debía tener un poco de amor o bondad en ella. Se había casado de joven con un hombre mayor muy rico. Él murió un año después y ella se quedó con su fortuna, volviéndose más rica. A mí eso me parecía muy sospechoso pero a nadie más parecía importarle. Después de que mamá la echó de mi casa, pensé que no volvería a saber de ella. Pero por mi culpa ella tuvo que volver a contactarla para pedirle dinero. No me imagino qué debió decirle para convencerla, la tía era una persona muy orgullosa. Quizá mamá tuvo que humillarse para que ella aceptara ayudarnos. Me sentí tan mal que casi lloro de coraje. En lugar de hacer eso golpeé a Virgi hasta que me cansé. Llegó la noche. Fui a cenar sintiéndome muy enojado. No dije nada, sólo comí en silencio. Mamá no se veía feliz. Después fui a estudiar y cuando me cansé me dormí.

Rupturas de PasilloOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz