119. El diario de James

41 11 33
                                    

Al día siguiente sentía que iba a necesitar una silla de ruedas porque me dolía todo. Lo primero que hice después de despertar fue mirar mi mano izquierda. El anillo que Clint me dio seguía ahí. Como me sentí muy abrumado, mejor miré la otra. El anillo de Laura me hizo sentir más tranquilo. Tuve que ponérmelo en la mano derecha aún cuando no quería.
Después de por fin tomar un baño en una hermosa bañera (que seguía siendo menos bonita que la que estaba en mi mansión), me cambié de ropa, sequé mis cabellos y salí de ahí sintiéndome muy miserable. Tenía sueño, me dolía la cabeza, mi espalda y cadera. Salí de una habitación. Sólo Stefan estaba ahí.

— Hola— le dije—, ¿Dónde están todos?
— Abajo. En el auto. Clint se fue pero espera que vayas a donde está. Los demás te esperan en la entrada.
— Bien— dije más animado—. Ya quiero verlos.

Sobre todo a Jack. Tenía muchas ganas de poder ver su cara de nuevo. Fuimos por el ascensor y bajamos. Después atravesamos un salón y llegamos a la salida. Ese sitio se veía muy vacío de día. Ya afuera, Bran estaba junto a Rocky y Jack. Me puse contento. Entonces Jack se acercó a mí rapidamente y no parecía feliz. Tomó mi mano izquierda y la miró. Me sentí muy confundido pero cuando descubrí lo que miraba, desvié mi mirada al suelo. Me sentía muy avergonzado. No quería que él lo supiera pero ya era tarde.

— ¿Entonces es cierto?— me dijo alterado—, ¿Por qué no le dijiste que no querías?
— ¡No podía, él iba a enojarse!— dije.
— ¿Y qué se supone que harás ahora?
— ¡No sé, no tengo idea!— le dije y sentí ganas de llorar.

Bran y Rocky se acercaron.

— ¿Por qué le gritas a mi hermanito?— le dijo Rocky a Jack.
— Lo estás asustando— le dijo Bran—. Mira su carita, parece que va a llorar.
— Pues debería— le dijo Jack mientras miraba mi mano—. Porque no sé qué podría hacer para ayudarlo ahora.
— ¿Qué?— le dije asustado—, ¿Él te dijo algo? ¿Acaso te dio alguna fecha o...
— No y eso es lo terrorífico— me dijo Jack—. Podría enloquecer un día y hacerlo. Aún si no quieres. No debiste aceptar ese anillo. Pudiste decirle que eres muy joven para eso o...
— Sí es joven— dijo Stefan.
— Pero a Clint no le importa— dijo Jack cansado—. En realidad ya nada le interesa. Perdió la cabeza totalmente.
— No entiendo qué pasa— dijo Bran.
— Sí, ¿Qué tiene que ver ese anillo con Clint?— dijo Rocky.
— Pues es muy bonito— dijo Bran.
— Es como una especie de condena— dijo Jack.
— ¿Por qué?— dijo Rocky—, es un anillo bonito, casi parece de... oh... ya entendí...

Parecía totalmente perturbado. Bran por otro lado no se veía tan preocupado.

— Ya veo, es un anillo de compromiso— dijo—, ¿Entonces te doy mis felicitaciones o mis condolencias?
— Debe haber algo que se pueda hacer— le dijo Stefan a Jack.
— No se me ocurre nada— dijo—. Lo mucho que podría lograr sería aplazarlo.
— Hasta la graduación— dije pensativo—. Al menos.
— Lo intentaré— dijo Jack—. Pero no prometo nada.
— Entonces yo se lo pediré— dije.
— Hay que irnos o se enojará si llegamos tarde— dijo.

Subimos a un auto negro grande. Había alguien conduciendo que no conocía. Ya en el viaje, el ambiente era bastante tenso. Nadie parecía querer decir nada. Incluso Bran, que siempre tenía algo por contar.

— ¿Qué fue ese ruido?— dijo Rocky.
— Mi estómago— dije—. No he comido nada.
— ¿Tu estómago suena como un monstruo?— dijo Bran.
— Tiene hambre— dije.
— Comerás algo cuando lleguemos— me dijo Jack
— ¿Yo solo?— dije.

Todos me miraron.

— Porque en la mansión nadie comía conmigo— dije.
— Porque Clint no quería que nadie te viera siquiera— dijo Bran—. Cosa en la que fracasó porque todos te vimos mientras tomabas el sol usando esa reveladora bata de baño.
— Si Clint te escucha decir eso, estarás muerto— le dijo Jack.
— No puede matarme— dijo Bran—. Va a necesitar gente para que su boda no se vea tan vacía.
— ¿Y crees que sólo por eso no lo haría?— dijo Rocky.
— Entonces que lo haga— dijo Bran—. Pero se perderá de mi increíble discurso. Y de mi regalo de boda. Porque sería algo bueno. Al menos sí para James. Porque a Clint no lo conozco tan bien como para saber qué le gusta. Y eso que he estado casi toda mi vida a su lado.
— ¿Y ha sido tan terrible?— le pregunté—, ¿Tan malo es vivir junto a él?

Rupturas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora