132. El diario de James (y el gatito)

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Llegamos a la fábrica una tarde. Noté que todos me miraban mucho. Era sospechoso. Clint tenía una reunión con varios socios así que se fue a donde solía verlos. Una vez que estuvo lejos, Gabe se acercó a mí. Parecía preocupado.

— ¿Está todo bien?— pregunté.
— Pasó algo muy malo— dijo.

Lo miré con interés.

— Es Botitas— me dijo—. Murió.

Fui al lugar donde estaba rápidamente mientras el corazón me latía sin cesar y sentía un vacío en mi interior. Ahí estaba él, parecía dormido, como en cualquier otro día. No me acerqué. No quería tener que tocarlo. Como si no descubrir si de verdad estaba muerto pudiera volverlo a la vida. Sentí ganas de llorar.
Bran se acercó para revisarlo.

— Sí está bien muerto— dijo.
— ¿Cómo pasó eso?— le preguntó Jack a Gabe.

Nadie sabía. Al parecer por la mañana lo encontraron así.

— Quizá comió algo en mal estado— dijo Jack—. Le pasa a muchos gatos.
— Pero Botitas era muy listo— dijo Rocky—, ¿Cómo pudo morir así?
— ¿Estás bien?— me preguntó Bran.

Lo miré. Negué con la cabeza. Los demás me observaron preocupados.

— Hay que enterrarlo— dije sintiendo que todo era irreal.

Bran lo cubrió con una manta. Lo sacaron afuera. Decidí que su cuerpo descansaría junto al árbol donde lo encontré. Rocky escarbó un poco con una pala. Después acomodaron a Botitas ahí. Suspiré. Rocky me preguntó si ya podía empezar a cubrirlo con tierra. Le dije que sí. Terminó de hacer eso. Me quedé mirando todo sin saber qué pensar. Simplemente no podía creerlo.

— Alguien debería decir unas palabras— dijo Bran—. Propongo que sea Stefan. Él se entendía muy bien con Botitas.
— Nunca le agradé a ese gato— dijo Stefan.
— A mí me parecía que sí— dijo Bran pensativo.
— Yo lo haré— dijo Rocky—. Bueno, estamos aquí para despedir a Botitas, el mejor gato siamés que alguna vez tuve la fortuna de conocer. Ahora que lo veo creo que jamás antes conocí a ningún otro gato siamés.
— Nada de lo que están diciendo, idiotas, hará sentir bien a James— dijo Jack molesto.
— Estoy bien— dije.
— ¿De verdad?— me dijo Bran—. Porque murió tu gatito. Entenderíamos que estuvieras muy triste porque lo adorabas. Se fue y jamás lo volverás a ver en tu vida.
— Bran, vete de aquí— le dijo Jack.
— ¿Por qué?— dijo Bran—, ¡Sólo estoy tratando de ser de ayuda!
— ¡Pues no lo eres para nada!— le dijo Rocky.

Entonces mi mente por fin terminó de procesar todo lo que acababa de pasar. Mi gato murió. No volvería. Así que empecé a llorar. Pero de verdad. Sentía mucho dolor y no tenía ganas de esconderlo. Así que dejé que mis lágrimas cayeran por mi cara. No me oculté, sólo miré el lugar donde estaba Botitas y seguí llorando.

— Me vas a hacer llorar a mí también, deja de hacerlo— me dijo Bran preocupado.
— Todo estará bien, te conseguiremos otro gato— me dijo Rocky.

Pero no dejé de llorar. No lo hacía fuerte, simplemente eran mis lágrimas saliendo como si no tuvieran fin.

— Te daremos dos gatos— dijo Bran.
— O cinco. O diez. O todos los que quieras— me dijo Rocky.
— No quiere un reemplazo, simplemente está muy triste— dijo Jack mientras me tomaba de los hombros—. Y está bien. No debes ser tan fuerte todo el tiempo. Ven, te llevaremos adentro.

Negué con la cabeza.

— ¿Quieres quedarte aquí?— dijo Bran—, pero todos verán tu carita roja y mojada. Te ves muy tierno pero no me pone feliz.
— Bran, otro comentario estúpido como ese y te vas de aquí definitivamente— le dijo Jack.
— Perdón pero es que soy terrible con los funerales. Nunca sé qué decir o hacer.
— Ven hermanito, te llevaremos adentro— me dijo Rocky—. Aquí te vas a deshidratar. Y ya eres chiquito, no necesitas eso.
— Ustedes de verdad son pésimos para esto— les dijo Jack.

Rupturas de PasilloWhere stories live. Discover now