177. El diario de James

50 10 28
                                    

Llegamos al edificio donde se llevaría a cabo mi audiencia. Fuimos al ascensor. Papá empujaba la silla de ruedas. No me sentía animado para nada. Nos encontramos con mi abogado. Le dijo a papá un par de cosas pero yo no les puse atención. Vi mi reflejo en las puertas metálicas de ese lugar. Me veía muy mal. Aun cuando ya habían pasado días, los moretones de mi cara no habían desaparecido. No me reconocí. No me sentía como esa persona que veía ahí, con el brazo en un cabestrillo, en silla de ruedas, con muchas heridas en la cara y grandes ojeras por no poder dormir. Ese no era yo.
Me sentí bastante feo.

Llegamos a nuestro destino. Salimos y fuimos por el pasillo. Me llevaron a un gran salón. Vi el lugar donde debía estar la jueza que aún no llegaba. Mis amigos estaban en las sillas atrás del estrado. Alex hablaba con Neil, Zac sostenía la mano de Will. Jason hablaba con George y Laura se encontraba junto a Lucille. Al verme me saludó con la mano. Ahí también estaba el jefe de policía y Scott. Me sentía muy nervioso. Me temblaban las manos. Miré nuevamente hacia el frente. Era intimidante. Jamás creí tener que hacer algo así en mi vida. Estar en un sitio así no parecía mi lugar. Pero ahí me había llevado la vida.

— Escucha— me dijo mi abogado, lo miré—, será algo rápido, ya hablamos con la jueza y sólo deberá hacer oficial el trato. Le dije que lo mejor para ti sería que no hablaras y dijo que lo consideraría. Pero es probable que te haga alguna pregunta. Si ese es el caso, trata de limitarte a responder brevemente. Si es algo muy complicado, puedes no hacerlo. Me encargaré de eso. Si no te lo piden, no digas nada. Absolutamente nada, ¿De acuerdo?

Asentí con la cabeza un poco nervioso. La fiscal estaba cerca. Traté de no mirarla. Mis padres fueron atrás. Llegó la jueza. Se acercó al podio sin mirarme. Una vez ahí lo hizo. Pareció muy sorprendida. Definitivamente debía verme muy mal.

— ¿El jovencito está en condiciones de presenciar esto?— preguntó.
— Se encuentra bien— dijo mi abogado—. Pero sería muy considerado de su parte si la audiencia fuera breve. Deben retirarle los puntos de una herida dentro de poco.
— Sí, me lo notificaron— dijo ella—, bien, hagamos esto.

Una mujer cerca de ahí parecía teclear todo lo que pasaba.

— En el caso del estado contra James Tremblay Johnson, ¿El acuerdo al que llegaron con la fiscalía no ha cambiado?
— No, señora— dijo la fiscal.
— Bien— dijo la jueza, tomó unas hojas.

Comenzó a leer todas esas condiciones que yo debía cumplir para que no me procesaran. Fue abrumador. Me perdí en algún momento en mi mente pero intenté concentrarme. Era muy difícil. Reaccioné cuando la jueza me miró. Eso me sacó de mis pensamientos. Miré a mi abogado.

— La jueza te hizo una pregunta— me dijo.
— ¿Qué fue?— dije muy nervioso—, no escuché bien...
— Está bien, James— dijo ella desde el podio—. La repetiré pero escucha atentamente.

Asentí con la cabeza.

— Los informes de la fiscalía no eran muy detallados— dijo ella—. Las transcripciones eran confusas. Dice aquí que tú aceptaste casarte “porque parecía una buena idea”, ¿Podrías aclarar esa parte?

Me miró. No me esperaba eso. Aunque yo mismo me gané esa malinterpretación, no debí decir algo así tan a la ligera. La observé sintiendo cómo mi corazón latía rápidamente. No sabía qué decir. Miré a mi abogado.

— El doctor Hayworth podría explicarle eso con más precisión si se lo permite— le dijo él a la jueza.
— Probablemente— dijo ella—. Pero preferiría que James lo aclarara.

No había quedado sin palabras. Mi abogado iba a decir algo cuando hablé. Tenía que hacerlo.

— Es que sí era una buena idea— dije, me sentía abrumado y asustado, todos me miraron—. Porque pensé que eso haría que Clint no se enojara.

Rupturas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora