106. El diario de James (y el destino)

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Después de cambiarme de ropa, Stefan y los demás (que llegaron atraídos por el caos de lo que pasaba en el interior de la mansión) decidieron que lo mejor era que yo descansara un poco.

— Los angelitos del papel tapiz de esta habitación son hipnóticos— dije mientras estaba acostado en mi cama.
— A mí me asustan un poco— dijo Rocky—, ¿Por qué están desnudos?
— Tal vez tienen calor— dijo Bran.
— O no tienen ropa— dijo Rocky—. Porque no tienen dinero para comprarla.
— Qué cosa más triste— dije.
— Rocky, deja de decir cosas así, deprimes a James— le dijo Jack.
— Ya pasó mucho tiempo— dijo Stefan—. El médico ya debería estar aquí.
— Seguramente ya no tarda— dijo Bran—. Se llevó a ese hombre a una clínica local.
— Me gusta esa lámpara de araña— dije y la señalé.
— ¿Por qué se llaman lámparas de arañas?— dijo Rocky—. No parecen arañas y no creo que a ellas les guste vivir ahí.
— Qué bueno porque las arañas asustan— dije.
— Son bastante escalofriantes— dijo Bran—. No más que las polillas.
— Me gustan las polillas— dije—. Son como mariposas.
— Son las primas feas de las mariposas— dijo Bran.
— Si un día una polilla te escucha decir eso, se va a deprimir— dije.
— ¿Las polillas entienden el idioma de los humanos?— dijo Rocky.

Estaba mirándolos desde mi cama cuando llamaron a la puerta. Jack fue a abrir. Era el médico. Todos salieron menos Jack. Me tocó la frente. Después dijo que debía revisarme. Lo hizo. Puso una cara muy rara al ver las marcas en mis brazos. Pero las ignoró. Probablemente ya sabía con quiénes trataba.

— Parece que te resfriaste— dijo—, ¿Te duele la cabeza?
— Un poco pero pensé que era normal.
— No, no lo es para nada. Por suerte los síntomas son leves. Lo más preocupante es la fiebre.
— Me siento muy bien— dije.
— Sí, debes ser más fuerte de lo que pareces.

Él no tenía idea.

— Por suerte para ti tengo la solución— dijo—. Una pequeña inyección y todo estará bien.
— Intente inyectarme y lloraré— dije muy serio.
— Es sólo una inyección. No te dolerá.
— Sí me dolerá y lloraré— dije.
— James, tiene que hacerlo— me dijo Jack—. Es por tu bien.
— ¡No quiero, me dolerá!— dije asustado.
— Si te portas bien te daré un caramelo— me dijo el médico.
— ¿Qué cree que soy, un niño de cinco años?— dije molesto.
— Los niños de cinco años se dejan inyectar— me dijo él.
— Tal vez son muy tontos como para estar asustados— dije.
— No te dolerá— me aseguró—. Seré gentil.
— Bien— dije—. Pero si me muero mi mamá se pondrá muy triste.
— Nadie se ha muerto por una simple inyección— dijo Jack.
— No exactamente— dijo el médico.
— ¿Qué?— dije asustado.
— Ahora voltéate. Haré esto rápido— dijo él.
— No veas— le dije a Jack.
— Me giraré— dijo él.

Lo hizo. Yo también. Me acosté sobre la cama. Me quedé quieto. Sentí una punzadita.

— Listo— dijo el médico.

Me acomodé las ropas y lo miré.

— No estuvo tan mal, ¿Cierto?— me dijo—. Es más el susto que otra cosa porque... ¿Estás llorando?
— ¡Me asustan las inyecciones!— dije entre lágrimas.
— Pero ya te la puse.
— ¡Y sigue siendo muy terrorífico!— dije con miedo—, ¿Dónde está mi caramelo?

Por suerte el caramelo era de limón. Me encantaban, eran muy ácidos. Will solía cargar con ellos siempre.
Los demás entraron. Me miraron.

— ¡Oh por dios, James llora!— dijo Bran sorprendido.
— ¿Usted le hizo algo?— le preguntó Rocky enojado al médico.
— Sólo le puso una inyección— dijo Jack.
— Con razón— dijo Bran—. Las inyecciones son terribles.
— Definitivamente— dijo Rocky.
— Esperen, ¿Ustedes le temen a las inyecciones también?— dijo Jack sorprendido.
— Es una aguja que te atraviesa— dijo Rocky—. Qué miedo.
— No quiero que nada me atreviese jamás— dijo Bran.
— Entonces no se enfermen— dijo el médico—. Les daré una receta con cosas que deberán conseguir por si empeora. No creo que pase pero es mejor prevenir.

Rupturas de PasilloWhere stories live. Discover now