151. El diario de Zac

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— Zac, estás bien— dijo Jason—. Qué alivio.
— Perdóname— me dijo Neil preocupado—, no quería decirte eso, yo sólo...
— Está bien— dije—. Me lo merecía. Tienes razón. No sé cómo ser un adulto. Quizá cuando cumpla veinte años ya lo sea.
— No, cariño, no me refería a eso— me dijo Neil, se veía muy abrumado—, yo sólo...
— Sube y hablaremos— me dijo Jason. 
— ¿Podrían decirme qué está pasando aquí?— les dijo Will molesto.

Me miraron los demás. Yo no sabía qué decir.

— No importa— dijo Will, después me miró—, ven, vamos arriba. Necesitas cambiarte de ropa o te enfermarás.

Tomó mi mano y me llevó al ascensor. Lo seguí porque se veía tan molesto que no pude contradecirlo. Subimos lentamente hasta llegar a nuestro piso. Salimos y él me llevó por el pasillo hasta su departamento. Entramos y cerró la puerta. Después me observó.

— Déjame ver que es esto— dijo él y me quitó la bandita—. Es un rasguño. ¿Con qué te lo hiciste?
— No lo sé— dije—. Pasó mientras limpiaba. No me di cuenta.
— Debes tener más cuidado. No es profundo. Se curará en unos días pero no lo toques.
— De acuerdo— dije.
— Deberías tomar un baño.

Fui a buscar mi ropa. Me bañé lentamente sintiendo el agua recorrer mi cuerpo. Era muy relajante. Salí y me puse mi pijama. Sequé mi cabello con una toalla. Después decidí buscar a Will. Estaba en la cocina.

— Deberíamos ir de compras— dijo—. No hay mucho por aquí.
— Pero hace poco que fui a comprar cosas— dije.

Nos miramos.

— Madie— dijimos al mismo tiempo.

Eso nos hizo reír.

— ¿En qué momento lo hizo?— dije.
— No lo sé, hacer cosas sin que nadie la vea es su habilidad especial— dijo Will—. Así es como logra evadir el trabajo.
— No sé si admirarla o temer que la despidan.
— Un poco de ambos— dijo, me observó—, ¿Estás bien?
— Me siento bien.
— ¿Ya no quieres irte?
— Ya no— dije.
— ¿Por qué querías hacer eso?
— No lo sé. Creo que me sentía muy presionado para hablar. De verdad no quiero hacerlo.
— Ven, siéntate aquí conmigo— dijo y señaló el sofá.

Fue hasta ahí y yo también. Nos sentamos. Quedamos mirándonos de frente.

— Sé que lo de Neil y Alex no te gusta— me dijo—. Pero quizá es porque no lo entiendes.
— No lo entiendo— dije—, ¿Tú sí?
— Sinceramente no. Pero confío en ellos. Si creen que lo correcto es que estén juntos, entonces los apoyaré.
— Eso sonó muy hipócrita— dije—. No sabes qué pasa pero aún así los apoyas.
— Porque les tengo fé. En veces es todo lo que se necesita.
— Pero yo no puedo ser así. Necesito creer de verdad en algo para poder apoyarlo o no lo haré. Quiero hechos y lógica para que pueda confiar.
— Entonces diles que te den todos esos hechos. Seguramente tienen muchos argumentos a su favor.
— Pero no quieren hablar, quieren que los acepte. Y no estoy de acuerdo. Alex no merece a Neil.
— Mi hermano se ha equivocado mucho pero es una buena persona. Lo sabes. Tú también lo quieres. Entiendes que las cosas no han sido fáciles para él.
— Lo comprendo. Lo que no entiendo es por qué cree que puede estar al lado de Neil.
— Porque se aman. Como nosotros.
— No creo que él ame a Neil como yo te amo a ti— le dije.
— Eso no lo sabemos. Nos hemos perdido partes importantes de sus vidas. Si les damos una oportunidad quizá nos dejarán formar parte de ellas. No hay que perderlos. Somos lo único que tienen. Neil es tu padre, eres su única familia. No tiene nada más aparte de ti. No parece justo que sólo por un aspecto de su vida, te alejes de él.
— Pero ese aspecto no me gusta. Quiero ignorarlo y creo que es posible pero ellos no dejan de hablar sobre él...
— ¿Quieres ignorar a Neil?
— No a él, sólo esa parte de su vida...
— Pero no puedes. Porque es importante para él y tú también. Son dos cosas que necesariamente deben compaginar. La única manera para que eso funcionara sería que Neil no viviera aquí.
— Se lo sugerí a Alex. Se enojó.
— Por supuesto que se enojó, no puedes decirle a la gente donde vivir— me dijo—. Además tú no quieres eso. Los amas. Los quieres en tu vida.
— Pero no me gusta.
— Entonces hay que decirles. Debes enfrentarlo porque ignorarlo no funcionará.
— Estaba funcionando bien— dije—. Tuve unos días excelentes.
— Cuando ignoras algo, haces que no tenga la capacidad de lastimarte. Porque no es bueno o malo, simplemente haces que eso no te interese. Y parece una solución fácil pero no lo es. Te vuelve insensible. Y cariño, tú no eres así. Quizá antes sí... y eso te trajo muchos problemas.
— Me costaba reconocer mis sentimientos— dije un poco avergonzado.
— Entonces no te vuelvas así de nuevo. Has avanzado mucho como para volver a lo de antes. Además, ser sensible te queda mejor que a nadie en el mundo.
— No es cierto, me la paso llorando— dije—. Porque no puedo evitar pensar en cómo se sienten los demás.
— Significa que de verdad eres empático. Aunque sí deberías trabajar en tu llanto porque odio verte llorar. Me dan ganas de llorar también.

Rupturas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora