24. El diario de James (y una botella)

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Al día siguiente fuimos al club. Clint no quería llevarme pero le dije que hacía mucho que no iba y él accedió aunque me dijo que estaría tan ocupado que no podría verme quizá en toda la noche. A mí eso me venía de maravilla pero fingí tristeza.

Ya en el club, Bran y Rocky se pusieron a jugar cartas mientras Stefan y yo los veíamos. Unas chicas se acercaron a Rocky. Él las rechazó.

— Vaya, sí eres muy fiel— le dijo Bran sorprendido.
— Letty es la única para mí— dijo Rocky.
— Qué lástima para las otras chicas. Deben sentirse muy solitas— dijo Bran.
— Deberías ir con ellas tú— le dije.
— ¿Yo?— dijo Bran—, olvídalo, no son mi tipo.
— Sí, su tipo son las mujeres con poder que lo desprecian— dijo Rocky.
— La presidenta no me desprecia— dijo Bran—. Le agrado.
— Pero a ella le agrada todo el mundo, es su trabajo como líder del consejo estudiantil— dije.
— No todos, odia a Clyde— dijo Rocky.
— Y a mí probablemente— dije.
— Siempre me preguntaré cómo le hace para atraparnos cuando estamos en medio de algo— dijo Bran.

Como por esos días Clint estaba en medio de un negocio importante, se quedaba con Jack en los recesos arreglando algunas cosas y nosotros éramos libres de aterrorizar la escuela. Aunque Laura siempre nos detenía. Y me enviaba a la oficina del director donde él me dejaba libre incluso antes de que Lucille llegara a defenderme porque ya hasta sabía que ella encontraría una manera de arreglar las cosas para que me viera inocente. En ese aspecto ya no perdíamos el tiempo. Pero Laura no era así. Ella andaba detrás de mí todo el tiempo sin embargo no le decía nada de eso a Zac o Jason, probablemente para no preocuparlos. Su discreción me agradaba. Era bastante divertido realmente.
Ellos siguieron hablando de eso. Yo les dije que buscaría el baño. Stefan me siguió con la mirada. Entré al lugar. Cerré la puerta. Luego me asomé para ver si todavía se encontraba mirando a esa dirección. Ya no, miraba las cartas sobre la barra donde Bran y Rocky jugaban. Salí rápidamente. Me mezclé entre las personas para pasar desapercibido. Luego me dirigí a la parte más alejada de ahí. Debía encontrar a su hermano. Pero las luces y el ruido de ahí hacían que fuera difícil. Entonces me encontré con unos sujetos que había visto en la pelea del día anterior.

— Majestad, ¿Qué hace aquí?— me preguntó uno de ellos.
— Estoy buscando a alguien. Es un sujeto pelirrojo llamado Boris— dije.
— Ah, Boris— dijo el otro—. Está en el callejón de la parte de atrás de este lugar.
— Bien, gracias por su ayuda— dije.
— ¿No quiere que lo acompañemos?— me preguntó uno—, hay gente peligrosa ahí que podrían no saber quién es usted y...
— No hace falta— dije.

Busqué la puerta trasera. Salí. Daba al callejón. Efectivamente además de contenedores de basura habían algunas personas. Varios me observaron. Debía verme muy fuera de lugar ahí. Pero no tenía miedo. Hasta sentía que quería que alguien intentara meterse conmigo. No porque me gustara sufrir, sino porque me sentiría bien cuando Clint tratara de destruirlo. Si es que no lo hacía yo mismo.
Un sujeto se acercó. Era enorme y calvo. Me miró.

— ¿Estás perdido niñito?— dijo con su voz grave.

Intenté parecer inocente.

— Estoy buscando a alguien— dije suavizando mi voz.
— ¿Aquí? No creo que tu mamita se encuentre en este lugar... o tal vez sí.

Debía mantener mi papel de niñito tierno pero cosas como esas me lo hacían difícil. Tenía ganas de matar a ese tipo.

— Se llama Boris— dije.
— ¿Boris?— dijo él—, ¿Y qué quieres tú con ese sujeto?
— Quiero decirle algo— dije.
— Mejor dímelo a mí— dijo otro sujeto de barba que estaba cerca y que escuchó todo eso.

Se acercó. Era alto y delgado. Seguramente estaba ebrio.

— Yo definitivamente te escucharía— dijo él.

Rupturas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora