62. El diario de James

45 16 28
                                    

- Ya es un mejora- dijo Bran-. Porque si alguien va a ser mi dueño prefiero que sea James.
- ¿Entonces él hablaba en serio?- dijo Rocky.
- Clint siempre habla en serio- dijo Bran, luego me miró-, ¿Por qué no le pides que te regale a alguien?
- ¿Qué?- dije sorprendido.
- Sí, aprovecha tu poder- me dijo Rocky-. Pídele a alguien.
- No es necesario, ya tengo al gato- dije-. También a Stefan.

A él no le gustó que lo comparara con un gato.

- Pero antes debo asegurarme de que no tenga dueño- dije.
- Pero si tiene no pasa nada- dijo Bran-. Recuerda que todo lo que está aquí dentro puede ser tuyo. Incluso el dueño del gato.
- Las personas no podemos pertenecerle a nadie- dije-. O al menos no debería ser así.
- Sin embargo todos somos de Clint- dijo Bran-. Esa es la realidad.
- Pero podría ser peor- dijo Stefan.
- Siempre puede ser peor- dije-. Prefiero no pensar en eso. Mejor ayúdenme a buscar al dueño del gato.

Las dos personas que acompañaban a Rocky seguían ahí así que él les dijo que se internaran al edificio y preguntaran sobre el gato. Él fue también aunque a otra parte. Stefan, Bran y yo fuimos a lugares cercanos porque Clint no quería que yo entrara al edificio. Probablemente no deseaba que viera lo que había adentro. Estaba bien, no tenía intenciones de descubrirlo. Sospechaba que aquello que tanto escondía era tan malo como él.

Después de una exhaustiva búsqueda, el dueño del gato no se presentó.

- Felicidades, oficialmente es todo tuyo- me dijo Bran.
- Se quedará aquí pero lo visitaré en cuanto pueda- dije-. Espero que no me extrañe.
- Le ordenaremos a alguien que lo cuide- dijo Bran.

Eso me animó mucho. De no ser por ese gato yo habría enloquecido. Así que me emocionaba poder tenerlo. Podría darme un poco de paz.

Regresé días después para ver a mi adorado gatito. Parecía feliz así que la idea de ser una pertenencia ya no parecía tan aterradora. Imaginé que sólo debía seguir el ejemplo del gato, que lucía tan contento cuando lo acariciaba. Stefan lo odiaba mucho. Los animales no le gustaban para nada. Creía que Doradito estaba bien porque se encontraba en mi casa en un sólo lugar donde no molestaba. Sin embargo Botitas era muy cariñoso. Se le acercaba. Él lo alejaba. Eso hacía reír mucho a Bran. Pero como Stefan me pertenecía no podía decir nada.
Igual que el gato. En realidad todos éramos iguales a él: estábamos en una situación difícil, alguien nos hizo suyos y como le debíamos la vida, pasamos a ser de su propiedad.

La diferencia era que el gato no sabía lo que pasaba. En cambio nosotros éramos perfectamente conscientes de que no podíamos irnos. Sobre todo yo. Bran y Rocky lo pensaban menos. Quizá se resignaron en algún momento, llevaban más años perteneciéndole a Clint que yo así que lo normal era que ya se hubieran dado por vencidos. En cambio para mí era imposible. Porque cuando por fin lograba sacarlo de mi cabeza, él se acercaba a mí para tocarme. Para besarme. Para recordarme que era suyo. Eso debía causarle mucho placer porque siempre lo decía. O tal vez simplemente deseaba recordarme que no intentara nada estúpido porque no funcionaría. Por lo mismo decidí ser tan obediente y cariñoso como lo era ese gato.
Funcionaba. Ningún problema aparecía si sólo me dedicaba a sentir las caricias de Clint sin hacer nada más. De todas formas él no esperaba que hiciera algo. Sólo quería tomarme.

Lo bueno era que debía irse por unos días. Por bastante tiempo realmente. Eso me puso increíblemente feliz. Podría volver a respirar un poco. Un día antes de irse, me pidió que revisara sus números. Ahora eran más. Tanto que parecía demasiado caótico todo. Debía ser porque su poder y territorio se expandieron. Jack me había dicho que gracias a eso tenían demasiado trabajo, tanto que ordenar todo llevaría tiempo. Le indiqué algunas partes donde las cosas se veían un poco dudosas. Estábamos en el almacén del gimnasio. Después se acercó a mí y me besó mientras trataba de quitarme la ropa. Como no me vería en algún tiempo, esa tarde lo hicimos tres veces. Terminé muy cansado. Pero lo disfruté. Definitivamente me gustó. Odiaba que me hiciera sentir tan bien. Al menos eso era algo tolerable... porque de otra manera no hubiera podido soportarlo.
Cuando me estaba poniendo mi ropa, me dijo que se llevaría a Stefan.

Rupturas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora